¿Me
mides? -preguntó Ricardo a su amigo Ramón. Ricardo era el mono más
pequeño del grupo y estaba impaciente por crecer.
-Te
medí el lunes y hoy es viernes -dijo Ramón. No puedes haber crecido
en cuatro días.
-Aun
así, le hizo apoyar la espalda en el árbol más grande de la selva
e hizo una marca en el tronco por encima de la cabeza de Ricardo.
Estaba en el mismo sitio que la de la última vez.
-¿Ves?
Todavía mides tomismo.
-¡Porras!
-exclamó Ricardo. Al cabo de un rato, dijo a su amiga Chispa: Mírame
la cabeza.
-¿Para
qué, Liccildo? -preguntó Chispa, que siempre lo llamaba "Ricaldo".
-Tú
mira -dijo él. Y Chispa le miró la cabeza. ¿Y? -insistió Ricardo.
-Y,
¿qué? -replicó ella.
-¿Crezco?
¿Se me ve crecer? -preguntó Ricardo.
-No,
por supuesto que no -respondió Chispa.
-¡Lo
sabía, nunca voy a crecer! -se lamentó Ricardo.
-¡Claro
que crecerás, Ricaldo! ¡Te lo prometo!
Pero
Ricardo no estaba tan seguro.
-¿Qué
puedo hacer para crecer más? -preguntó a Ramón.
-¡Esperar!
-le contestó éste.
Así
que Ricardo se colocó junto a Ramón y se puso a esperar.
-¡Pero
si vas a tardar años en crecer! -se reía Ramón.
Pero
Ricardo no podía esperar tanto. Quería coger cocos... ¡AHORA!
Intentó estirarse y pidió a todos sus amigos que le tirasen de los
brazos y las piernas. También se colgó cabeza abajo de las ramas de
los árboles. Pero todo fue inútil. Todos los días veía a los
demás monos subir a las palmeras, coger cocos y lanzarlos a1 suelo.
Hasta que un día se celebró una competición para ver quién podía
coger más cocos. Ramón, que era el que más posibilidades de ganar
tenía, trepó hasta lo más alto, se metió entre las hojas de las
palmeras y ¡se quedó atascado!
-¡Socorro!
-gritó. ¡No me puedo mover!
-Uno
de los monos grandes subió en su ayuda, pero no cabía entre las
hojas.
-Dejadme
probar -pidió Ricardo.
-De
acuerdo -aceptaron los otros, no muy convencidos.
Ricardo
subió por el tronco a toda prisa y, como era pequeño, pudo llegar
sin problemas hasta su amigo y liberarlo. También aprovechó para
lanzar al suelo seis o siete cocos. Cuando volvió a bajar, los otros
monos hicieron corro a su alrededor y lo felicitaron.
-¡Caramba!
-dijo Chispa. ¡Has trepado más rápido que nadie!
-A
lo mejor es que sois todos demasiado grandes -respondió Ricardo
alegremente. Después de todo, ¡tampoco me corre tanta prisa crecer!
A
partir de entonces ya no le preocupó tanto ser pequeño. Más que
nada, porque consiguió coger más cocos que nadie y ganó la
competición.
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anonimo cuento - 061
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