Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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miércoles, 7 de enero de 2015

Ricardo crece

¿Me mides? -preguntó Ricardo a su amigo Ramón. Ricardo era el mono más pequeño del grupo y estaba impaciente por crecer.
-Te medí el lunes y hoy es viernes -dijo Ramón. No puedes haber crecido en cuatro días.
-Aun así, le hizo apoyar la espalda en el árbol más grande de la selva e hizo una marca en el tronco por encima de la cabeza de Ricardo. Estaba en el mismo sitio que la de la última vez.
-¿Ves? Todavía mides tomismo.
-¡Porras! -exclamó Ricardo. Al cabo de un rato, dijo a su amiga Chispa: Mírame la cabeza.
-¿Para qué, Liccildo? -preguntó Chispa, que siempre lo llamaba "Ricaldo".
-Tú mira -dijo él. Y Chispa le miró la cabeza. ¿Y? -insistió Ricardo.
-Y, ¿qué? -replicó ella.
-¿Crezco? ¿Se me ve crecer? -preguntó Ricardo.
-No, por supuesto que no -respondió Chispa.
-¡Lo sabía, nunca voy a crecer! -se lamentó Ricardo.
-¡Claro que crecerás, Ricaldo! ¡Te lo prometo!
Pero Ricardo no estaba tan seguro.
-¿Qué puedo hacer para crecer más? -preguntó a Ramón.
-¡Esperar! -le contestó éste.
Así que Ricardo se colocó junto a Ramón y se puso a esperar.
-¡Pero si vas a tardar años en crecer! -se reía Ramón.
Pero Ricardo no podía esperar tanto. Quería coger cocos... ¡AHORA! Intentó estirarse y pidió a todos sus amigos que le tirasen de los brazos y las piernas. También se colgó cabeza abajo de las ramas de los árboles. Pero todo fue inútil. Todos los días veía a los demás monos subir a las palmeras, coger cocos y lanzarlos a1 suelo. Hasta que un día se celebró una competición para ver quién podía coger más cocos. Ramón, que era el que más posibilidades de ganar tenía, trepó hasta lo más alto, se metió entre las hojas de las palmeras y ¡se quedó atascado!
-¡Socorro! -gritó. ¡No me puedo mover!
-Uno de los monos grandes subió en su ayuda, pero no cabía entre las hojas.
-Dejadme probar -pidió Ricardo.
-De acuerdo -aceptaron los otros, no muy convencidos.
Ricardo subió por el tronco a toda prisa y, como era pequeño, pudo llegar sin problemas hasta su amigo y liberarlo. También aprovechó para lanzar al suelo seis o siete cocos. Cuando volvió a bajar, los otros monos hicieron corro a su alrededor y lo felicitaron.
-¡Caramba! -dijo Chispa. ¡Has trepado más rápido que nadie!
-A lo mejor es que sois todos demasiado grandes -respondió Ricardo alegremente. Después de todo, ¡tampoco me corre tanta prisa crecer!
A partir de entonces ya no le preocupó tanto ser pequeño. Más que nada, porque consiguió coger más cocos que nadie y ganó la competición.


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