Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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miércoles, 7 de enero de 2015

Oscar, el cachorro glotón

Oscar, el cachorro de labrador, estaba loco por la comida. Le daba igual lo que fuese y tampoco le importaba a quién perteneciese. 
-Te vas a engordar -le advirtió Tom, el gato de la granja.
Pero Óscar estaba demasiado ocupado masticando una deliciosa raspa de pescado como para darse por aludido. Aquel día, Óscar se sentía aún más tragón que de costumbre. Antes de desayunar, se escabulló en la cocina y se comió las galletas de Tom. Después desayunó sardinas frescas y leche, a continuación hizo una pequeña pausa y más tarde se comió la avena del caballo. Al caballo no pareció importarle.
Más tarde echó un sueñecito y se despertó con mucha hambre, así que se terminó las golosinas de los cerdos. Pero esto no le quitó el apetito.
Después de un ligero almuerzo, Oscar seguía teniendo ganas de comer, así que devoró el pastel de carne que el granjero Juan había dejado en el alféizar de la ventana. Seguramente, porque no lo quería. Luego volcó el cubo de la basura y estuvo revolviendo tos restos de comida. Estaba lleno de sobras deliciosas.
Era el momento de echar una siestecita antes de meterse a escondidas en la vaquería a la hora de ordeñar. A Oscar le encantaba lamer lo que quedaba en el balde de leche fresca cuando el granjero Juan no miraba.
La cena era su comida favorita. Era asombroso ver a qué velocidad era capaz de comerse un enorme cuenco de carne y galletas. Antes de irse a dormir, Oscar se daba una vuelta por el patio para recoger las sobras que habían dejado las gallinas. ¿A que era un cachorro muy diligente?
Estaba masticando un trozo de pan especialmente sabroso cuando vio algo negro por el rabillo del ojo. Era Tom, el gato de la granja, que salía a dar su paseo nocturno. Y lo que más le gustaba a Oscar era comerse la cena de Tom sin que éste se diera cuenta. Así que cruzó el patio corriendo, dio la vuelta al establo y entró por la gatera.
-¡Guau, guau! -aulló Óscar al quedarse atascado en la gatera. Con todo lo que había comido el muy glotón, le había crecido tanto la tripa que ya no cabía.
-¡Ja, ja! -se reían los animales de la granja. Pensaban que le estaba bien empleado por haberles quitado a todos la comida.
-Vaya, vaya -sonrió Tom, que había vuelto al oír todo aquel jaleo.
Cogió a Oscar por las patas y probó a sacarlo tirando. Luego intentó sacarlo empujando, pero no hubo forma. Entonces, todos los animales se pusieron a tirar y tirar a la vez hasta que, ¡PLOF!, Oscar salió.
Oscar se sintió tan avergonzado que nunca más se comió la comida de nadie ¡o menos que se la ofrecieran!


0.999.1 anonimo cuento - 061

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