La
señora Gallina paseaba un día junto a la charca con sus polluelos
cuando pasó la señora Pata seguida de una fila de patitos. Los
patitos iban jugando mientras nadaban. Se salpicaban unos a otros y
buceaban en el agua.
-¿Podemos
jugar también en el agua? -preguntaron los polluelos a la señora
Gallina. ¡Parece muy divertido!
-No,
queridos -respondió la señora Gallina. Los polluelos no estáis
hechos para el agua. No tenéis ni las plumas ni las patas adecuadas.
-iNo
es justo! -protestaron los polluelos, sintiéndose muy tristes.
¡Ojalá fuéramos patitos!
Mientras
volvían a casa apareció en el cielo una gran nube negra y empezó a
llover. En cuestión de segundos a los polluelos se les calaron las
plumillas.
Echaron
a correr hacia el gallinero todo lo rápido que podían, pero cuando
llegaron estaban empapados, tenían frío y tiritaban.
Se
acurrucaron bajo las alas de su madre y enseguida se encontraron
mejor. En un instante volvieron a tener las plumas secas y huecas.
-Imagínate
lo que ha de ser estar mojado todo el tiempo -dijeron los polluelos.
Después de todo, ¡menos mal que no somos patitos!
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anonimo cuento - 061
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