-¡Tengo
un terrible dolor de muelas! -gruñó el abuelo Anguila. Nadó hasta
la consulta del bogavante, que era dentista. Este lo examinó con
mucho cuidado.
-Nunca
había visto unos dientes tan sucios -masculló. La muela que te
duele está tan mal que voy a tener que quitártela.
Mandó
a la anguila que abriera la boca, le puso en las encías un gel que
mitigara el dolor y le arrancó la muela estropeada.
-¿Cuándo
te lavaste los dientes por última vez? -preguntó.
-No
sé. ¡Quizá la semana pasada! -contestó la anguila.
-Pues
si no quieres quedarte sin dientes, cepíllatelos cinco minutos
después de cada comida, -le aconsejó el dentista.
Al
abuelo Anguila le dio tanto miedo perder todos sus dientes por
descuidado, que en adelante se los cepilló tres veces al día.
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anonimo cuento - 063
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