Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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miércoles, 7 de enero de 2015

Los polluelos

La puta y la gallina habían puesto huevos. Las dos estaban muy orgullosas de ser madres y se habían sentado con una sonrisa tontorrona a esperar con todo su cariño a que sus hijitos rompieran el cascarón.
-Oye, Pata -dijo Gallina, vamos a comparar nuestros huevos, a ver cuáles son más bonitos.
-Como quieras -respondió Pata, pero seguro que son los míos.
-¡Ja! -exclamó Gallina. ¡Espera a ver los míos!
De uno en uno, Pata fue llevando sus huevos cuidadosamente hasta un lugar donde el suelo estaba cubierto de heno. Gallina también llevó sus huevos hasta el mismo sitio y los colocó delicadamente junto a los de Pata. Ésta tomó el primer huevo que tenía al lado y dijo:
-Mira qué huevo tan suave.
-Y las dos comprobaron lo suave que era. Gallina también escogió un huevo y dijo:
-Éste es igual de suave, y mira lo redondo que es.
-Ambas admiraron la forma del huevo. Luego volvieron a dejar esos huevos y cogieron otros dos.
-Éste no sólo es suave y redondeado, sino que también tiene unas bonitas pecas -dijo Pata.
Y así fueron cogiendo y dejando huevos hasta que estuvieron todos mezclados.
-Yo soy más gorda que tú, así que los huevos más grandes deben de ser los míos -dijo Gallina.
Así que Pata se llevó a su nido los huevos más pequeños, y Gallina se llevó los más grandes. Cuando sus hijitos rompieron el cascarón, un día Gallina y Pata se encontraron en compañía de sus crías.
-¡Mira! -dijo Pata orgullosa. ¿No son los patitos más guapos que has visto nunca?
-Sí que son guapos -replicó Gallina. Sin embargo, ¿no te parece que éstos son los pollitos más guapos del mundo?
-La verdad es que sí que son guapos -contestó Pata.
Al día siguiente, Pata enseñó a sus hijos a portarse como patitos.
-Vamos a la charca a dar clase de natación -dijo.
Pero los patitos eran incapaces de ir en fila y no hacían más que dar vueltas alrededor de Pata, hasta marearla. Cuando llegaron a la charca, se mojaron los pies, sacudieron la cabeza y se negaron a meterse en el agua. Mientras, Gallina estaba enseñando a sus hijos a portarse como pollitos. Les enseñó a cazar gusanos, pero los pollitos no hacían más que caerse de bruces y seguirla en fila a todas partes.
Pata y Gallina se dieron cuenta de que habían confundido sus huevos. Los patitos eran pollitos y los pollitos, patitos.
-No importa -dijo Gallina. Los llamaremos a todos polluelos y así no nos confundiremos.
Y los polluelos de pato se pusieron a jugar en el plato del perro, mientras que los polluelos de pollo se pusieron a saltar por encima del perro.


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