Aquella
soleada mañana hacía mucho calor en la selva. «Es el momento
perfecto para chapotear tranquilamente», pensó el hipopótamo
Pepón. Encontró un hermoso lugar fresco y lleno de barro y se metió
dentro. Estaba en la gloria cuando de repente... iPLAF!
-¡Toma!
-gritó el mono Marco.
-¡Toma
tú! -gritó Chico Chimpa.
-¿No
podéis jugar en otro sitio? Me estaba relajando -gruñó Pepón.
-¡Perdona,
Pepón! -se disculpó Marco.
Pero
ya le habían echado a perder la tranquilidad. Esa tarde, cuando el
calor del sol lo abrasaba, Pepón se deslizó en el río para
refrescarse.
-¡Ah!
-suspiró mientras se zambullía en el agua. ¡Qué maravilla!
-¡Yuuuju,
Pepón! -lo llamó la torita Penélope. Acabo de aprender a dar un
doble salto con triple tirabuzón. ¿Lo quieres ver?
-Pues
claro, Penélope -respondió Pepón con un suspiro.
Al
parecer esa tarde tampoco iba a tener posibilidad de relajarse. A la
mañana siguiente, su prima Hilarla fue a visitarlo.
-Pareces
agotado, Pepón -le dijo.
-Es
que no hay manera de que me relaje y chapotee un rato -respondió
Pepón.
-Lo
que necesitas es un buen descanso -dijo Hilaria. Yo me voy esta tarde
al Rincón de los Hipopótamos. ¿Por qué no vienes conmigo?
-Parece
una buena idea -contestó Pepón.
-Te
encantará el Rincón de los Hipopótamos. Está todo lleno
de
burro -le dijo Hilaria mientras los dos corrían por la selva. Pepón
ya se veía a sí mismo relajándose en un fresco baño de barro.
-También
hay arroyos y cascadas -siguió contando Hilaria. Pepón se imaginaba
montones de duchas frías.
-Y
todo el mundo se DIVIERTE un montón -concluyó Hilaria. Pepón se
imagino jugando con sus nuevos amigos hipopótamos.
Por
fin llegaron al Rincón de los Hipopótamos.
-¡Qué
bonito es! -exclamó Pepón entusiasmado.
Y
parece que llegamos justo a tiempo –dijo Hilaria.
-¿Para
qué? -preguntó Pepón. ¿Para un relajante baño de barro?
-¡No,
tonto! -se rió Hilaria. ¡Para el hiporóbic!
-¡Vamos,
todos en marcha! -gritó un hipopótamo musculoso.
Y
un montón de hipopótamos se metieron al galope en el río detrás
de él.
-¡Venga,
Pepón! -dijo Hilaria. ¡No seas aguafiestas!
Pepón
no tuvo más remedio que reunirse con ellos.
-¡Un,
dos, tres, cuatro! ¡Un, dos, tres, cuatro! -gritaba el monitor.
Pepón
lo hizo lo mejor que pudo y estuvo brincando con los demás. «Seguro
que después de tanto ejercicio todos querrán descansar un rato»,
pensó. Pero se equivocaba. Tras una ducha rápida en la cascada,
fueron a jugara melonvolea
e Hilaria quiso que estuviera en su equipo. Tras el almuerzo, Pepón
pudo por fin descansar un rato. ¡Pero no mucho!
-¡Te
veo mucho más relajado! -le gritó Hilaria durante la clase de
natación. Estos días de descanso son justo lo que necesitabas,
¿verdad?
-Eso
parece -contestó Pepón suavemente.
Después
de un día tan ajetreado tenía la esperanza de irse a dormir pronto.
Se estaba poniendo el pijama cuando oyó la voz de Hilaria.
-¡Vamos,
Pepón! -dijo a voz en grito. ¿No querrás perderte el espectáculo
Hurra Hipopótamos? ¡Son realmente buenos!
-¡Ah,
qué interesante! -dijo Pepón, que apenas podía mantener los ojos
abiertos, reprimiendo un bostezo.
A
la mañana siguiente, cuando se metía en el río, Hilaria lo llamó.
-¿Es la hora del hiporóbic?
-preguntó.
-¡Oh,
no! -dijo Hilaria. Lo que necesitas es mucho aire fresco, así que
nos vamos de excursión.
Pepón
resopló sin cesar durante la agotadora excursión. «Espero poder
darme un baño fresquito cuando acabemos», pensó. Pero, cuando
estaba remojando sus pobres músculos, Hilaria fue a charlar un rato
con él.
-La
excursión ha sido divertida, ¿verdad? -dijo.
-Desde
luego -contestó Pepón. Me lo he pasado tan bien, que he decidido
hacer otra mañana.
-¿De
verdad? -preguntó Hilaria. ¡Qué bien! ¿Adónde irás?
-¡A
casa! -respondió Pepón. ¡Me voy a casa, a disfrutar de un BUEN
descanso, sin hiporóbic,
ni melonvolea,
ni espectáculos, ni nadie que me impido chapotear tanto como quiera!
Y
eso fue precisamente lo que hizo Pepón.
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anonimo cuento - 061
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