Blas
llevaba toda la mañana persiguiendo su propia cola. Estuvo dando
vueltas y vueltas hasta que se sintió bastante mareado.
-¿No
puedes hacer algo más útil? -le preguntó el gato, que lo observaba
desde la cerca.
-¿Qué?
¿Perseguir gatos perezosos? -dijo Blas, y saltó hacia él ladrando
furiosamente.
Más
tarde, mientras corría por el patio de la granja, Blas pensaba en lo
que le había dicho el gato. Le habría gustado ser más útil, pero
sólo era un cachorro. Cuando creciera, sería un buen perro de
granja como su mamá. Y en aquel momento, al dar la vuelta al
establo, se encontró con una gran cola que se agitaba ante él...
-Esta
cola la cazo yo -pensó Blas, juguetón. Y, dando un salto, le clavó
sus afilados dientes de cachorro.
Resulta
que la cola pertenecía a un astuto zorro que quería atacar a la
señora Gallina y a sus pollitos. Al ser sorprendido, se puso a
aullar y escapó corriendo por el campo.
-¡Blas
nos ha salvado! -gritó la señora Gallina.
-Eso
de perseguir colas no deja de ser útil, al fin y al cabo -dijo el
gato, que lo observaba todo desde la cerca.
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anonimo cuento - 061
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