Era
la primera noche que Ringo pasaba en su bonita caseta nueva.
Se
acomodó en la manta y se quedó dormido viendo oscurecer el cielo.
Mientras dormía, empezaron a caer grandes gotas de lluvia y el agua
que escurría por el tejado de la caseta le salpicó la nariz. En ese
momento, se oyó un gran estruendo y un brillante destello de luz
iluminó el cielo. Ringo se despertó sobresaltado y se levantó
gruñendo y bufando.
-No
es más que una estúpida tormenta -se dijo a sí mismo. Nada que
pueda asustar a un perro de granja valiente como yo.
Pero
cuando el relámpago volvió a brillar, vio una gran sombra que se
proyectaba en el establo. Ringo tragó saliva y empezó a ladrar con
furia, intentando parecer más valiente de lo que realmente se
sentía. La próxima vez que relampagueó ya no se vio ni rastro de
la sombra.
«He
asustado al monstruo y se ha ido», pensó.
Pero
cuando Ringo se volvió a acomodar en su acogedora caseta, el cielo
se iluminó una vez más y el monstruo apareció en su puerta.
-Solamente
quería comprobar que estabas bien pese a la tormenta -dijo su mamá,
lamiéndole la oreja.
-¿Un
valiente perro de granja como yo? ¡Pues claro, mamá! -dijo Ringo.
Pero cuando la tormenta arreció, se acurrucó junto a ella.
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anonimo cuento - 061
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