Vamos,
Kiko, ¡salgamos a explorar el mundo! -dijo, la mamá de Kiko tras
abrir la puerta delantera.
Pero
Kiko no se sentía muy seguro. Era muy pequeño y el mundo le parecía
grande y amenazador.
-Sólo
si me coges de la mano -contestó.
Y
así, su mamá lo acompañó mientras bajaban por la larga senda. En
el fondo, Kiko estaba deseando volver a casa.
-Éste
parece un sitio estupendo para jugar. ¿Quieres que echemos un
vistazo? ¿Qué te parece? -le preguntó su mamá.
-Sólo
si me coges de la mano -dijo Kiko. ¡Y lo hizo!
-¡Mira,
lo puedo hacer! -gritó.
-Este
tobogán parece divertido, ¿quieres probar a bajar por él?
-preguntó su mamá.
Kiko
miró la escalerilla, que casi llegaba hasta el cielo.
-Soy
pequeño -respondió. No sé cómo voy a trepar tan alto, a menos que
me cojas de la mano.
-¡Y
lo hizo!
-¡Eeeh!
¿Has visto? -gritó.
-Tomaremos
un atajo por el bosque -dijo la mamá de Kiko.
-No
sé si deberíamos. Es muy oscuro... Bueno, creo que podemos. ¿Me
coges de la mano?
¡Y
Kiko lo hizo!
-iUh,
te doy un susto! -gritó.
En
lo más profundo del bosque, Kiko descubrió un arroyo.
-¡Mira,
hay unas piedras para pasar! -dijo su mamá. ¿Crees que podríamos
saltar por ellas?
-Tal
vez -respondió Kiko.
Sólo
necesito que me cojas de la mano.
-Y
Kiko lo hizo. Uno... dos... tres... cuatro... ¡Ahora te toca a ti,
mamá! -gritó, soltándose de su mano.
Después
de cruzar el bosque, Kiko y su mamá subieron por la colina y bajaron
por el otro lado hasta llegar al mar.
-Kiko
-preguntó su mamá, ¿te gustaría chapotear conmigo en el mar?
Pero
el mar parecía muy grande y él era muy pequeño. De pronto, Kiko
supo que eso no tenía importancia. Se volvió hacia su mamá y
sonrió...
-Si
me coges de la mano, puedo hacerlo todo -dijo.
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anonimo cuento - 061
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