La
conejita Bella se quedó mirando la hierba tierna y verde que crecía
en el prado situado al otro lado del arroyo, pues estaba cansada de
comer la hierba áspera que se criaba cerca de su madriguera.
-Voy
a cruzar el arroyo -anunció a sus hermanos, señalando un tronco
caído que lo cruzaba.
Bella
pasó el tronco saltando con precaución y enseguida se encontró
comiendo la verde y jugosa hierba del otro lado. Sus hermanos
pensaron que era muy valiente y empezaron a preguntarse si no
deberían reunirse con ella. De repente, a espaldas de Bella,
apareció un astuto zorro.
-¡Cuidado!
-gritaron.
Bella
se dio la vuelta justo a tiempo de ver al zorro. Regresó al tronco
de un salto, pero con las prisas se resbaló y cayó al arroyo. Por
suerte, la castor, Rebeca, lo había visto todo y llevó a Bella
hasta la otra orilla.
-¡Hogar,
dulce hogar! -jadeó Bella con alivio. Y a la vez que salía
corriendo a reunirse con sus hermanos, se prometió a sí misma que
no volvería a marcharse de casa.
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anonimo cuento - 061
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