Luis
y Lisa León estaban aprendiendo a abalanzarse. Su papá les había
dicho que tenían que practicar mucho, así que ahora andaban
rondando por la selva en busca de presas a las que saltar encima.
-Veo
algo naranja y azul que se mueve -susurró Lisa. Allá voy...
Mientras
Lisa saltaba encima de una mariposa, Luis descubrió algo verde que
daba saltos. Se arrastró hasta allí y... ¡SE ABALANZÓ!
Los
dos cachorros iban saltando por la selva cuando Luis vio de repente
una ráfaga naranja y negra entre los arbustos.
-Una
serpiente a rayas -susurró. No puedo dejarla escapar.
Y
en el momento preciso... ¡SE ABALANZO!
-¡Aaayyy!
-gritó una voz. ¿Quién me ha cogido de la cola?
La
voz era de un cachorro a rayas del mismo tamaño que Lisa y Luis.
-¿Quién
eres tú? -le preguntaron.
-Soy
Tito Tigre -respondió el cachorro. Acabo de mudarme. Antes vivía en
El Otro Lado de la Selva.
-Nosotros
somos Luis y Lisa León -dijo Lisa. ¿Qué te parece si te enseñamos
nuestro lado de la selva?
-Éste
es nuestro río -dijo Luis, orgulloso.
-Es
bonito -dijo Tito- pero pequeño. Nuestro río en El Otro Lado de la
selva era tan ancho como cincuenta troncos de palmera puestos en fila
uno tras otro. ¡Y yo puedo cruzarlo nadando y volver sin parar ni
una sola vez!
-Nosotros
aún no sabemos nadar -dijo Lisa. ¿Nos enseñas?
-Mejor
en otro momento -respondió Tito. Me estoy curando un catarro y mamá
me ha dicho que me esté una temporada sin nadar.
Un
poco más adelante, Luis y Lisa vieron al hipopótamo Gerardo.
-¡Ven
a conocer a nuestro nuevo amigo Tito Tigre! -lo llamaron. Gerardo
sonrió abriendo muchísimo la boca.
-Encantado
de conocerte -dijo.
-Lo
mismo digo -respondió Tito, sin acercarse.
Cuando
siguieron su camino, Tito dijo:
-En
El Otro Ludo (le lo Selva hay un hipopótamo con una boca como una
cueva. ¡Le caben tres tigres dentro!
Al
cabo de un rato, algo se descolgó de una rama delante de ellos. Tito
dio un salto, pero Luis y Lisa sonrieron.
-¡Hola,
Sara Serpiente! Te presentamos a nuestro nuevo amigo Tito Tigre.
-Sssaludosss
-siseó Sara.
-Me
alegro de conocerte -dijo Tito, algo inseguro.
-Bueno,
ya nosss veremosss -respondió Sara, y se fue siseando.
-En
El Otro Lado de la Selva había serpientes que eran tan gruesas como
tres troncos de círbol. Una vez, una se me tragó -dijo Tito.
-¡Oh,
no! -gritaron Luis y Lisa.
-Sí
-respondió Tito. Pero mi papá golpeó a la serpiente en la cabeza y
la obligó a escupirme. Mi papá es muy fuerte, es más grande que un
elefante y puede llevar seis gorilas a la espalda. Y mi mamá se pone
de pie sobre las patas de delante y con las de detrás hace
malabarismos con cocos y...
-Y...
¿qué? -preguntaron dos tigres de tamaño normal que apare-cieron
sonrientes ante ellos.
-Y...
aquí están -dijo Tito tímidamente. Mamá, papá, os presento a mis
amigos, Luis y Lisa.
-Encantados
de conoceros -dijeron los señores Tigre.
-Como
podéis ver -añadió la señora Tigre, somos tigres normales y
corrientes.
-¿Y
todas esas cosas asombrosas que nos ha contado Tito? -preguntó Luis.
¿Cómo es El Otro Lado de la Selva?
-Exactamente
igual que éste -dijo el señor Tigre.
-¿El
río, pues, no es tan ancho como cincuenta troncos de palmera?
-preguntó Lisa.
-¿Tampoco
hay un hipopótamo con una boca como una cueva, ni una serpiente que
se tragó a Tito? -preguntó Luis.
-En
absoluto -dijo la señora Tigre, riéndose.
-¡Son
unos cuentos muy buenos! -trató de justificarse Tito, incómodo.
-Sí
- dijo la señora Tigre, pero no son más que cuentos. Como allá
donde vivíamos antes no tenía a nadie con quién jugar -añadió,
dirigiéndose a Luis y Lisa, se pasaba el día inventándose
aventuras.
-Pero
ahora que tiene amigos como vosotros -añadió el señor Tigre, a lo
mejor vive aventuras de verdad.
-Y
vas a conocer a más amigos, Tito -dijo Lisa. Por ejemplo, Miguel y
Marco Mono, y Chico Chimpa.
-En
El Otro Lado de la Selva también había monos y chimpancés -dijo
Tito.
-¿De
verdad? -preguntó
Lisa
mirando a su hermano
-Sí
-dijo Tito. Pero no jugábamos juntos. Tengo muchas ganas de conocer
a Miguel, Marco y Chico.
Así
que se fueron todos juntos a por todas las aventuras y emociones que
Este Lado de la Selva les pudiera ofrecer.
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anonimo cuento - 061
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