Rosa
se despertó, se levantó y corrió al cuarto de Dani. -¡Adivina qué
día es hoy!
-Es
sábado y está lloviendo -murmuró Dan¡ de malhumor.
-Sí,
es sábado -exclamó Rosa. ¡Pero además es mi cumpleaños! Rosa vio
que el cartero subía por el sendero y corrió a su encuentro.
-No
hay nada para ti -bromeó el cartero, con la bolsa rebosante.
-En
cuanto entre papá puedes abrir las tarjetas -le dijo, riéndose,
mamá. Pero primero de todo tienes que desayunar.
Después
del desayuno, Rosa se puso a abrir un gran montón de tarjetas y
regalos mientras todos la observaban.
-¡Una
tarjeta de Charly! -dijo Rosa. Ha firmado con la pata.
Pasaron
la mañana adornando la casa para la fiesta de cumpleaños de Rosa,
inflando globos y colgando guirnaldas.
-Está
todo perfecto -dijo mamá. José está abajo en el estanque. ¿Por
qué no vais a dar de comer a los patos?
Dani
y Rosa corrieron al huerto
y
saludaron a José, el empleado de la granja. Había dejado de llover,
pero todo seguía húmedo y lleno de burro.
-Feliz
cumpleaños, Rosa -dijo José.
Cuando
llegaron al estanque, Rosa descubrió algo que flotaba junto a la
orilla del agua, enredado entre las hierbas.
-¿Qué
es ese amasijo de barro que hay ahí? -preguntó.
-Voy
a mirar -dijo Dani. Se metió en el estanque y se dirigió hacia el
extraño objeto. Dio tres pasos y se quedó quieto.
-Sigue
-dijo Rosa. ¿Qué te pasa?
-No
me puedo mover -respondió Dani, riéndose. Las botas se me han
quedado pegadas al barro.
Rosa
empezó a reírse también. Dani se giró a uno y otro lado, tiró e
intentó darse la vuelta para sacar sus botas del barro. De pronto se
le salió el pie de una de las botas
y
se cayó sentado en el agua. José fue corriendo a ver qué pasaba y
le tendió la mano para ayudarle a salir.
-¿Qué
es esa cosa con barro que has cogido? -le preguntó, riéndose.
-No
lo sé -contestó Dani, empapado de agua y barro, mientras se quitaba
las hierbas del pelo-. Toma, Rosa, para ti.
-¡Es
un oso! -gritó Rosa, abrazando aquel ovillo fangoso y mojado.
-Me
pregunto cómo habrá ido a parar allí -dijo Dani.
Dan¡
y Rosa volvieron a casa empapados y cubiertos de barro.
-¿Qué
os ha pasado? -preguntó mamá con una carcajada. ¿Y quién es éste?
-añadió, cogiendo el oso que llevaba Rosa. Me parece que los tres
necesitáis un baño antes de la fiesta.
En
un periquete, Rosa, Dani y el osito estuvieron listos para la fiesta.
-¡Mira
qué pastel tan estupendo, Rosa! -exclamó Dani.
Rosa
le puso un gran lazo amarillo al oso y lo sentó en la ventana para
que pudiera ver la fiesta.
-Ha
sido el mejor cumpleaños que he tenido nunca. Me encanta tener cinco
años. ¿Y sabes cuál ha sido el mejor regalo, mamá? -dijo Rosa a
la hora de ir a dormir.
-¿Cuál?-
preguntó mamá.
-Ese
pobre oso lleno de barro. Me gustaría quedarme con él.
-Tendrás
que esperar un poco.
Quizás
es de alguien -dijo mamá.
Al
día siguiente, Rosa hizo un cartel de «Oso encontrado» y Santi lo
colgó en la oficina de correos.
Como
no fue nadie a recoger el oso, Rosa lo adoptó. Imaginó muchas
historias para explicar cómo habría ido a parar al estanque, pero
nunca supo qué había pasado realmente.
-No
importa de dónde hayas venido -le dijo al oso. Puedes quedarte a
vivir con nosotros. El conejo Tito será tu mejor amigo.
-¿Qué
nombre le vas a poner? -le preguntó Dani.
-¡Oso
Cumpleaños!
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anonimo cuento - 061
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