A
Tigre le encantaba gastar bromas a sus amigos. Y últimamente le
había dado... por hacer nudos.
Cuando
Elefante se quedó dormido, Tigre le hizo un nudo en la trompa.
Mientras Mono echaba una siestecita, le hizo un nudo en la cola. Y
mientras Serpiente roncaba hizo un nudo... ¡con todo su cuerpo! A él
le parecía todo muy divertido, pero a los demás animales no tanto,
y estaban empezando a perder la paciencia con Tigre y sus bromas.
-¡Estoy
harto! -dijo Elefante, frotándose la dolorida trompa.
-¡Hay
que hacer algo! -dijo Mono, frotándose la dolorida cola.
-¡Esta
vez ha ido demasiado lejos! -dijo Serpiente, toda ella dolorida.
-Tenemos
que atraparlo antes de que pueda gastarnos sus bromas -dijo Mono.
-Ése
es el problema, que no lo vemos a tiempo -dijo Serpiente.
Los
otros estuvieron de acuerdo. Nunca se daban cuenta de que Tigre se
les acercaba porque con sus rayas era muy difícil distinguirlo en la
selva. Mono se rascó la cabeza. Serpiente se retorció y culebreó.
Elefante agitó la trompa.
-¡Tengo
una idea! -dijo de pronto Elefante. Y los llevó a todos hasta un
frutal que crecía junto a la charca del agua.
Cuando
Elefante explicó su plan, una enorme sonrisa apareció en la cara de
Mono, y Serpiente se rió disimuladamente. Mono trepó al árbol y
bajó con unos cuantos frutos de un rojo brillante. Serpiente se puso
a retorcerse en la tierra blanda hasta hacer un hueco poco profundo y
entonces Elefante exprimió los frutos y rellenó con su zumo el
hueco que había hecho Serpiente. Luego, todos los animales se
pusieron a esperar.
Al
cabo de un rato Tigre se acercó a la charca. Venía paseando con una
sonrisa y cuando comenzó a beber... Elefante metió la trompa en el
hueco del zumo y absorbió con fuerza. A continuación, apuntó a
Tigre con la trompa y sopló. El zumo voló por los aires a través
del claro y cayó encima de Tigre, empapándole el lomo. Parecía
como si tuviera la piel a manchas de un rojo brillante. Tigre pegó
un brinco del susto.
-Van
a pasar semanas hasta que se te quite esto -rió Elefante.
-Te
vamos a ver venir a kilómetros -dijo Mono.
-Así
ya no podrás sorprendernos con tus bromas -añadió Serpiente.
Y
todos los animales se echaron a reír. Todos menos Tigre, que ahora
era ¡rojo brillante!
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anonimo cuento - 061
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