Fede
llegó a toda prisa al porque de bomberos. Hoy le tocaba hacer la
comida para sus compañeros de turno y había ido a comprar
salchichas.
Se
encontró con el albañil Blas, que había ido a arreglar una
ventana.
-¡Ah,
hola, Blas! -lo saludó. Se fue a la cocina para empezar a guisar y,
poco después, el olor de las salchichas se extendió por el parque.
-¡Qué
bien huele! -dijeron sus compañeros Dani y Miguel. De repente, sonó
la alarma: ¡cLANG! ¡cLANG! ¡CLANG
-¡Alerta!
-gritó el bombero Miguel. Dani y él bajaron por la barra a toda
velocidad y saltaron al camión de bomberos.
-¿Qué
hago con las salchichas? -preguntó Fede.
-No
te preocupes por eso -dijo el albañil Blas. Yo las vigilaré.
-¡Gracias,
Blas! -contestó Fede mientras se quitaba el delantal y se reunía
con sus compañeros.
El
incendio era en la pizzería del camarero Tony, donde uno de los
hornos se estaba quemando.
-Lo
apagaremos en un periquete -dijo Fede, corriendo con un gran extintor
en la mano. Dani y Miguel lo seguían con la manguera.
Con
un ¡FUIII! y un ¡FUOO! de Fede y un ¡SPLIIISH! y un ¡SPLAAASH! de
Dani y Miguel, se acabó el fuego.
-¡AY!
-Fede resbaló en el suelo mojado, pero enseguida se volvió a
levantar.
-¡Gracias!
-dijo Tony mientras los bomberos volvían a recoger el camión.
¡Ahora ya puedo volver a hacer pizzas!
Estaban
a punto de regresar cuando oyeron un aviso por radio:
-¡Alerta!
¡Alerta! Limpiador de ventanas en peligro en la Avenida del Pino.
Cambio...
-Nos
pilla de camino -dijo Fede, poniendo el motor en marcha. ¡Corto y
cambio!
iNIII_NOO!
iNIII_NOO! sonaba a todo volumen la sirena camino de la Avenida del
Pino, donde una multitud se apiñaba junto al edificio más alto de
la ciudad.
-Es
Guille, el limpiador de ventanas -dijo Pilar, la empleada de correos.
Se le ha roto la escalerilla y está herido en una pierna. Está
atrapado y no puede bajar. ¿Podéis ayudarle?
-Por
supuesto -respondió Fede. En un momento estamos arriba.
Los
bomberos desplegaron su escalera más larga. Mientras Miguel y Dani
extendían la red de seguridad, Fede comenzó a trepar por la
escalera.
-¡Allá
voy, Guille! -gritó. Al alcanzarlo, añadió: ¡Ya te tengo!
Abajo
la gente empezó a aplaudir mientras Fede bajaba por la escalera con
Guille y le ayudaba a subir al camión de bomberos. Fede condujo el
camión directamente al hospital.
-Gracias
por rescatarme -dijo Guille a Fede.
-No
tiene importancia -contestó Fede. Seguro que la pierna se te cura
enseguida, pero vas a necesitar una escalerilla nueva.
-¡Menudo
día! -dijo Fede mientras conducían de regreso. Estoy rendido.
-¡Aún
no hemos terminado! -exclamó Dani. ¡Mira, por ahí arriba sale
humo! iNIIINOO! iNIIINOO!, sonaba la sirena.
¡BRRUUM!
¡BRRUUM!, rugía el motor del camión mientras se dirigían a toda
velocidad hacia el incendio.
¡El
humo salía del parque de bomberos! Dani y Miguel desenrollaron la
manguera y Fede entró corriendo.
-¡Ehem,
ehem! -tosió Fede, tropezando con la manguera y dándose de bruces
con ¡Blas!
-Lo
siento, chicos -dijo Blas, poniéndose rojo. Me temo que se me han
quemado tus salchichas y os he dejado sin almuerzo.
Ahora
sí que el pobre Fede O se sintió desolado. Pero, de repente, tuvo
una idea:
-Ya
sé quién nos va a sacar del apuro dijo. ¡Tony! ¡Que nos traiga
una de sus deliciosas pizzas gigantes!
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anonimo cuento - 061
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