Chispa
era un pequeño dragón que vivía en una cueva muy lejana. Como ya
sabes, los dragones pueden lanzar llamas por la nariz. Pero lo que
tal vez no sabes es cómo aprenden a hacerlo cuando son pequeños.
-Mírame
-dijo su mamó. Sopló una gran llama y encendió una vela.
-Ahora,
mírame a mí -dijo papá. Echó el aliento sobre los troncos de una
hoguera y encendió el fuego.
-Ahora,
miradme a mí -dijo Chispa. Sopló hasta que se le puso la cara roja
y dos o tres chispas le salieron por la nariz y las orejas.
Sus
padres lo felicitaron y Chispa se sintió muy orgulloso. Un día,
mamá y papá tuvieron que salir.
-Quédate
en casa -le dijeron. No salgas y tampoco dejes entrar a nadie. La
bruja malvada odia a los dragones pequeños y los convierte en
teteras sólo para divertirse.
A
Chispa no le importaba quedarse en casa, porque tenía unos muñecos
nuevos para jugar. Acababa de empezar cuando oyó fuera el sonido de
un timbre. «¡Ding-ding!, ¡ding-ding!»
-¡Helado!
¡Al rico helado! ¡Vengan y compren helado! -decía una voz.
Chispa
se asomó. Allí afuera había un carrito de helados de brillantes
colores conducido por una anciana que sonreía bondadosamente. De
pronto, la anciana soltó una sonora y aguda carcajada. En cuanto
Chispa la oyó, supo que era la bruja. Cerró la puerta y echó la
llave. «¡Uf! ¡Qué cerca he estado!», pensó Chispa. La tarde
trans-currió tranquilamente hasta que, de pronto, sonó el timbre de
la puerta.
-¿Quién
es? -preguntó Chispa.
-Soy
el tío Santi -dijo una voz. He venido a buscarte para ir a pescar.
-¿Eres
tú de verdad? -preguntó Chispa.
-Por
supuesto que sí -dijo el tío Santi con una carcajada.
Pero
Chispa oyó la aguda y sonora carcajada y supo que era la bruja. Al
cabo de un rato, oyó llorar a alguien. Miró por la mirilla de la
puerta y vio a un bebé dragón en el umbral.
-He
perdido a mi mamá -sollozó el bebé.
Chispa
abrió la puerta para que el bebé dragón entrara y entonces... ¡El
dragón se convirtió en una bruja! La bruja agitó su varita,
pronunció las palabras mágicas «¡Ta-ra-ra-bum-bum!» y se puso a
girar a toda velocidad. Chispa sopló con todas sus fuerzas y, para
su sorpresa, la bruja quedó rodeada de una nube de humo. Cuando el
humo se aclaró, vio que la bruja se había convertido en una tetera.
En ese momento regresaron mamá y papá.
-¿Algún
problema mientras estábamos fuera? -preguntó mamá dándole un
beso.
-Nada
especial -dijo Chispa. Pero la próxima vez, ¿podré ir con
vosotros?
-¡Claro!
-dijo mamó. Y ahora vamos a hacer té con esta tetera nueva.
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anonimo cuento - 061
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