Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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martes, 6 de enero de 2015

Haciendo el mono

Miguel y Marco Mono se habían terminado el zumo de mango del desayuno y ahora se iban rápidamente a jugar.
-¡Tened cuidado! -les gritó su mamá. ¡Y no hagáis demasiado ruido!
-No lo haremos -prometieron los dos diablillos.
-¡Eeeeeeeh! ¡Uaaaah! -chillaban Miguel y Marco.
El ruido retumbaba por toda la selva. Miguel y Marco eran inca-paces de guardar silencio.
¡Cataclún! Miguel aterrizó en una rama. ¡Cataclún! Marco aterrizó junto a él. ¡Craaac!
-iNoooo! -aullaron los monos cuando la rama hizo un chasquido.
-¡Iiiiii! -chillaron mientras caían.
iCataclunclunclún! La selva se estremeció cuando los monos chocaron contra el suelo.
-¡Yupiii! -jalearon los monos saltando alegremente.
-¡Esto sí que ha sido DIVERTIDO! -exclamó Marco. ¡Vamos
a buscar a Chico Chimpa, a ver si también lo quiere hacer!
-Y los dos monos volvieron a trepar a la copa de los árboles, gritando: ¡EH, CHICO, VEN A JUGAR CON NOSOTROS!
Todos los animales de la selva se tapaban las orejas con las patas.
¿No podía nadie hacer que aquellos monos escandolosos guardasen silencio?
Chico Chimpa se unió a sus amigos. Los tres se lo estaban pasando estupendamente columpiándose, dando volteretas y saltando todos juntos cuando, de repente, algo los dejó paralizados. Abuelo Gorila estaba en mitad del sendero mirándolos severamente y con aire de estar enfadado.
-¡Largo de aquí, revoltosos! -les dijo. Por hoy ya nos habéis dado a todos suficiente dolor de cabeza. Mi nieto Gulliver se ha quedado medio dormido junto al río, y como lo despertéis me voy a disgustar mucho.
-Perdón -musitó Marco con la vista baja. Todo el mundo en la selva sabía que disgustar a Abuelo Gorila era un error imperdonable.
-Ya no haremos más ruido -prometieron.
Se quedaron sin saber qué hacer hasta que Miguel dijo:
-Vamos a trepar al cocotero. Eso lo podemos hacer en silencio.
-Vale -aceptaron los otros, no del todo convencidos.
-Siempre será mejor que no hacer nada -dijo Marco.
Desde el cocotero, los tres amigos podían divisar toda la selva.
Vieron a la jirafa Jeroma enseñando a su hijo Jeromín cómo escoger las hojas más tiernas y jugosas de un árbol. También vieron a la lorita Laurencia dando a su hija Penélope la primera lección de vuelo. Y justo debajo de ellos vieron al pequeño Gulliver durmiendo a la orilla del río. Pero... ¡Oh, oh! Vieron algo más: Claudia Cocodrilo estaba en el río. Con la boca abierta y chasqueando sus grandes y afilados dientes se dirigía en línea recta hacia Gulliver. Los amigos no se lo pensaron dos veces. Marco empezó a gritar con todas sus fuerzas:
-¡LEVÁNTATE, GULLIVER, LEVÁNTATE AHORA MISMO!
Mientras tanto, Miguel y Chico empezaron a tirar cocos a Claudia. ¡CLOC! Los cocos caían sobre la dura cabeza de cocodrilo de Claudia.
-¡AAAAAYYYYY! -se quejó ésta.
-¿Qué está pasando? -gritó Abuelo Gorila entre los cocoteros. ¡Pensaba que os había dicho que guardaseis silencio!
Todo este ruido despertó a Gulliver. El pequeño gorila se puso de pie, echó un vistazo a su alrededor y se fue corriendo con su abuelo, que venía a toda prisa hacia el río.
Cuando Abuelo Gorila vio a Claudia, comprendió lo sucedido.
-¡Qué contento estoy de que estés a salvo! -dijo, abrazando a Gulliver.
Los tres monos bajaron del árbol.
-Sentimos mucho haber hecho tanto ruido -dijo Chico.
Los gorilas y la mayoría de los demás animales se habían acercado.
-¿Qué ha pasado? -graznó la lorita Laurencia.
-Sí, ¿qué es todo este follón? -preguntó la jirafa Jeroma.
-Estos tres jovencitos son unos héroes -dijo el abuelo. Han salvado a mi nieto, que estaba a punto de ser devorado por Claudia Cocodrilo.
-Creo que os merecéis una recompensa -empezó Abuelo Gorila, y me parece que debería ser...
-¡Hurraaaa! -exclamaron a coro todos los animales, quienes a continuación retuvieron el aliento expectantes.
-i...permiso para hacer todo el ruido que queráis! -terminó.
-¡YUPIIII! -exclamaron Miguel, Marco y Chico con sus voces más chillonas y unas sonrisas de oreja a oreja.
-¡OH, NO! -gruñeron todos los demás animales a coro, pero la verdad es que todos estaban sonriendo.


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