Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 4 de enero de 2015

Los animales agradecidos y el hombre ingrato

En tiempos muy lejanos, el Rey Brahma-Datta ocupaba el trono de Varanasi, en la India. Una vez, uno de sus súbditos fue al bosque con su hacha a cortar madera, cuando fue sorprendido por un león y cayó en una fosa. El león, que quería comérselo, también cayó en la fosa. Lo mismo sucedió con un ratón y una víbora que lo perseguían, quienes cayeron en el mismo lugar. Un halcón se lanzó sobre el ratón, pero también quedó cautivo dentro de la fosa, enredado en la maleza.
Sus naturalezas no cambiaron al encontrarse atrapados de este modo, y todos los perseguidores querían matar, mientras que los otros, ansiosos, buscaban desesperadamente escapar.
Sin embargo, el sabio león dijo a los animales:
-Honorables, ustedes son mis compañeros. Tal cómo vienen suce-diendo las cosas, en este momento todos estamos sufriendo una angustia intolerable. Por lo tanto, no debemos ponernos en peligro los unos a los ótros, sino esperar tranquilos, sin disturbios.
El destino quiso que en ese momento se encontrara por la zona un cazador buscando gacelas, que llegó hasta el lugar donde los animales se hallaban atrapados. En cuanto lo descubrieron, comenzaron a gritar pidiendo ayuda.
El cazador entendió lo que había sucedido y, antes que a todos, ayudó al león a salir de su cautiverio. La gran bestia tocó sus pies en homenaje, y dijo:
-Te demostraré mi gratitud a su debido tiempo. Pero no ayudes al hombre de cabeza negra -el hombre que tenía pelo negro, porque él olvida las bondades que se le otorgan.
El cazador liberó a las otras criaturas, que también le expresaron su gratitud, y siguió su camino.
En otra ocasión, el cazador llegó a un lugar donde el león había dado muerte a una gacela y el animal tocó sus pies y le obsequió la presa.
Poco tiempo después sucedió que el Rey Brahma-Datta había salido al parque con sus mujeres, y se quedó dormido. Las damas se despojaron de sus ropas, pasearon por el parque, dejaron sus joyas en el suelo y se sentaron tranquilas a descansar. Una de las mujeres había dejado sus joyas y se había quedado dormida. El halcón, que había estado observando todo lo que había en el suelo, se abalanzó sobre las gemas y voló con ellas hacia donde estaba el cazador, a quien se las obsequió.
Más tarde, el rey y sus mujeres se despertaron y regresaron a Varanasi, pero una de las mujeres le dijo al esposo:
-¡Oh rey, mis joyas se han perdido en el parque!
El rey dio órdenes para que los objetos perdidos se encontraran y sus ministros iniciaron una amplia pesquisa.
Esto llegó a oídos del hombre de cabeza negra, quien a veces visitaba al cazador y sabía que éste tenía en su poder las joyas y cómo las había obtenido. Con ingratitud en su corazón fue al rey y le dijo quién las tenía.
El rey se enojó mucho. Sus hombres visitaron al cazador y le dijeron:
-Sabemos que has robado las joyas del rey en el parque.
El cazador se asustó mucho y trató de explicar lo que había sucedido, relatando toda la historia. Pero fue encadenado y enviado a prisión.
El ratón, sin embargo, se enteró de lo que había pasado. Fue hacia la víbora y le dijo:
-Nuestro benefactor, el cazador, a causa de la maldad del hombre de cabeza negra, ha sido encarcelado. ¿Qué podemos hacer?
La víbora contestó:
-Veré al cazador.
Fue a ver al cazador en la prisión, donde le dijo:
-Hoy morderé al rey. En cuanto sepas lo que ha sucedido, te ofrecerás a curarlo. Cuando él acepte, tú utilizarás este remedio especial para curarle. Si lo haces, no hay duda de que el rey te recompensará, te liberará y te hará valiosos obsequios.
Así, la víbora mordió al rey y el cazador le curó, por lo que el rey le liberó y obsequió con valiosos regalos.


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