Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 4 de enero de 2015

El hombre mas feliz del mundo

Un hombre que vivía en circunstancias bastante con, fortables fue un día a ver a cierto sabio, con reputación de poseer grandes conocimientos. Le dijo:
-Gran sabio, yo no tengo problemas materiales, pero aún me siento insatisfecho. Durante años he tratado de ser feliz, de encontrar una respuesta a mis pensamientos internos, de estar en buenos términos con el mundo. Por favor, aconséjame cómo puedo curarme de esta enfermedad.
El sabio contestó:
-Amigo mío, lo que está oculto para unos es evidente para otros. Y también, lo que es evidente para unos está escondido para otros. Yo tengo la respuesta a tu mal, aunque no es una medicación común. Debes partir de viaje a buscar al hombre más feliz del mundo. Tan pronto como lo encuentres, debes pedirle su camisa y ponértela.
Por lo tanto, este buscador comenzó a buscar sin descanso hombres felices. Uno a uno, los encontró e interrogó. Vez tras vez, ellos dijeron:
-Sí, soy feliz, pero hay alguien más feliz que yo.
Después de viajar de país en país durante muchos, muchos días, encontró un bosque en el cual decían que vivía el hombre más feliz del mundo.
Oyó el sonido de una risa a través de los árboles, y apresuró el paso hasta llegar junto a un hombre que estaba sentado en un claro.
-¿Eres el hombre más feliz del mundo, como dicen? -le preguntó.
-Sí que lo soy -dijo el otro hombre.
-Mi nombre y condición son tal y tal, y mi remedio, ordenado por el sabio más grande, es usar tu camisa. Por favor, dámela. Yo, a cambio, te daré todo lo que poseo.
El hombre más feliz lo miró de cerca y rió y rió. Cuando se calmó un poco, el buscador, cansado y bastante disgustado por la reacción, dijo:
-¿Estás loco, que te ríes de un requerimiento tan serio?
-Quizás -dijo el hombre feliz. Pero si te hubieras tomado el trabajo de mirar, habrías visto que no poseo camisa alguna.
-Y, entonces, ¿qué hago yo ahora?
-Ahora te curaras.
El hombre más feliz del mundo se quitó el turbante cuya parte final le tapaba la cara. El hombre cansado vio que no era otro que el gran sabio, el que le había aconsejado en un principio.
-Pero ¿por qué no me lo dijiste hace ya tantos años, cuando fui a verte? -preguntó el hombre, desconcertado.
-Porque entonces no estabas listo para comprender. Necesitabas tener ciertas experiencias que te ayudaran a comprender y ser feliz.

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