Se
cuenta la historia de una mujer que llevaba a la joyería una caja
con joyas de varios tamaños. Justamente frente a la tienda tropezó
y la caja cayó al suelo.
La
tapa del cofrecito se abrió y las joyas se dispersaron por doquier.
Los
ayudantes del joyero salieron de la joyería corriendo, para impedir
que alguien que pasara por allí se llevara algunas de las joyas, y
ayudaron a la mujer a recogerlas.
Un
avestruz que paseaba por el lugar llegó velozmente y, sin que nadie
lo notara, en medio de la excitación, se tragó la piedra mejor y
más grande.
Cuando
la mujer se dio cuenta de que le faltaba esta gema comenzó a
lamentarse y, a pesar de buscarla por todas partes, no pudo
encontrarla.
Alguien
dijo:
-La
única persona que pudo haber tomado la piedra es aquel derviche que
está sentado silenciosamente junto a la joyería.
El
derviche había visto al avestruz tragarse la piedra, pero no quería
que se derramara sangre. Por lo tanto, cuando se le aprehendió,
registró y hasta golpeó, no dijo más que:
-Yo
no he tomado absolutamente nada.
Mientras
le apaleaban, llegó otro derviche e instó a la muchedumbre a que
tuviese cuidado con lo que estaba haciendo. Entonces, a él también
le aprehendieron y acusaron de haber tomado la piedra, que
subrepticiamente le pasó el primer derviche, sin creerle.
Mientras
esto sucedía, apareció un hombre dotado de conocimiento y, al
advertir la presencia del avestruz, preguntó:
-¿Estaba
aquí ese pájaro cuando la caja cayó al suelo?
-Sí -dijo la gente.
-En
ese caso -aconsejó- presten atención al avestruz.
Se
pagó al dueño del avestruz el valor del animal, lo mataron, y en su
estómago se encontró la joya que faltaba.
0.187.1
anonimo (asia) - 065
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