Un
árabe cargó su camello con dos bolsas, llenando la primera con
trigo y la segunda con arena, para balancear la primera. Mientras se
hallaba en camino, se encontró con un erudito, quien lo interrogó
acerca del contenido de las bolsas. Al escuchar que una de ellas
contenía arena, señaló que el propósito se podría lograr de
mejor manera si, en lugar de poner arena en una bolsa, se dividía el
trigo, dejando la mitad en cada bolsa.
Al
escuchar esto, el árabe quedó sorprendido por su sagacidad y sintió
un gran respeto por él, por lo que le hizo montar en su camello.
Luego dijo:
-Como
posees tanta sabiduría, presumo que debes de ser un rey, o un visir,
o, al menos, un rico y poderoso noble.
El
erudito respondió:
-Al
contrario, soy un hombre muy pobre. Todas las riquezas que me ha dado
mi sabiduría son fatigas y dolores de cabeza, y no sé dónde
encontrar un pedazo de pan.
El
árabe dijo:
-En
ese caso, baja de mi camello y sigue tu camino, y deja que yo siga el
mío, ya que por lo visto tu saber trae mala suerte.
0.187.1
anonimo (asia) - 065
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