El
astuto Owglass fue al mercado, en el que se vendían todo tipo de
cosas, para ver qué podía obtener por nada.
Después
de buscar un rato, divisó a un campesino comprando una buena pieza
de tela verde. «Esto -pensó- me servirá, me apoderaré de la
tela...»
-Buenos
días -dijo el granjero. ¿Dónde has comprado ese fino rollo de tela
azul?
-No
es azul, es verde -contestó el campesino.
-Qué
tontería -dijo Owlglass.
Debes de estar ciego, cualquiera puede ver que es el más profundo y
definitivo azul.
La
discusión continuó y el campesino parecía enojarse cada vez más
hasta que decidieron que preguntarían a la primera persona que
pasara de qué color era.
-Si
esta tela es azul, entonces yo renunciaré a ella y tú te la podrás
quedar a cambio de nada -concluyó el campesino.
Owlglass
tenía un amigo con el cual ya había arreglado el truco. Ante su
señal, un falso sacerdote salió de donde estaba escondido,
fingiendo ser uno que pasaba.
-¡Eh,
usted! -gritó el villano.
¡Señor cura! ¿Nos puede decir el color de esta tela para acabar
con una discusión?
-Claro
que lo haré, hijo mío -dijo el falso sacerdote. Es, indudablemente
azul, como todos lo pueden ver.
-Ahora
entrégame la tela, ignorante patán -exclamó Owlglass.
-No
tan aprisa -el campesino era astuto. Ya que ¿cómo puedo saber que
no has arreglado esto con el cura, para robar mi tela?
-Muy
bien -dijo el pillo.
Esperaremos a que se acerque otra persona.
Un
minuto o dos más tarde, apareció otra persona, a quien se la llamó
para que diera su juicio. Él también era cómplice de los otros dos
e insistió en que la tela era azul.
De
esta manera, Owlglass
logró su propósito, la tela fue entre-gada y los tres maleantes se
repartieron el botín.
0.187.1
anonimo (asia) - 065
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