Había
una vez un cachorro de elefante que oyó decir a alguien:
-Mira,
allá va un ratón.
La
persona que lo dijo estaba realmente viendo un ratón, pero el
elefante pensó que se estaba refiriendo a él.
Había
muy pocos ratones en aquel país y en todo caso preferían quedarse
en sus agujeros, y sus voces no eran muy fuertes. Pero el cachorro de
elefante bramó por todas partes, embelesado por su descubrimiento:
-Soy
un ratón.
Lo
dijo tan fuerte, tan frecuentemente y a tanta gente que, créanlo o
no, en la actualidad existe un país en el que casi toda la gente
cree que los elefantes, y particularmente los cachorros de elefante,
son ratones.
Es
verdad que, de tiempo en tiempo, los ratones han tratado de
argumentar con aquellos que sostienen que ellos son los verdaderos
ratones, pero siempre se los ha obligado a huir.
0.187.1
anonimo (asia) - 065
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