Una
vez iba un grillo por un caminito, caminando despacito. Y en eso
venía un tigre y lo pisó. Entonce le dijo el grillo:
-En
tal parte. En aquella loma. Al otro lau 'e la loma. Usté junte sus
animales y yo voy a juntar los míos.
El
tigre juntó el lión, juntó el gato, juntó el zorro... Todos esos
animales más feroces, de garras.
El
grillo juntó la avispa, la abeja, el abejón, avispas silvestres,
matarañas, y así, todos esos insectos malos.
Había
en unos arbolitos, unas pelotas de avispas, de abejas...
-¡Y
qué va hacé con eso! Allá -que dice- con los enemigos que traiga
el tigre. A manotones los van a matar. A vé -que le dice- larguemé
uno o dos para verlos.
Y
fue y le largó unas avispas. Áhi lu agarraron por las orejas, por
la cola, lu hacían gritar al zorro. Y si alzó. Y se zampó en una
laguna con agua. Lo dejaron. Se fue.
Fue
y le pegó una cachetada a un montón. Y lu agarraron por las orejas,
por la cola, por todos laus. Y el zorro le gritaba di allá:
Es
claro, él ya sabía que lo habían picau y él se metió al agua. Y
el tigre se metió al agua. Y así se salvó.
Julián
Aguilera, 65 años. Las Barranquitas. Pringles. San Luis, 1971.
Cuento
527. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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