Que
el suri era muy engréido porque nadie lo podía alcanzar. Y no había
quén le ganara a correr. Sólo boliandoló lo podían agarrar. Y que
un día se réiba del sapo y le dice que le corre una carrera. Que el
sapo le dice que sí.
El
sapo que puso como dos docenas de sapos escondidos en los pastitos
por donde iban a correr. La fila larguísima, no más, que 'taban los
sapos.
Y
salieron corriendo. En la primera encarada no más vio el avestruz
que saltó el sapo adelante. Otro trechito, y otra vez el sapo saltó
adelante. ¡Qué pucha!, y empezó a correr más el avestruz. Y daba
unos trancos y unas encaradas, y otra vez el sapo iba adelante. ¡Qué
pucha!, y empezó a ladiar el avestruz y se espueliaba con las alas.
Y se apuraba, ¡y nada!, siempre le saltaba el sapo más adelante. Y
cuando llega a la raya, qui áhi 'taba ya el sapo. Y le ganó no más.
Y el avestruz se quedó espueliandosé no más. Y se quedó enojado,
¡claro!, porque era muy envidioso y engréido, que se créiba mejor
que todos.
Susana
O. de Romero, 76 años. Alta Córdoba. Córdoba, 1952.
Mujer
de pueblo. Buena narradora.
Cuento
489. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 033
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