Resulta
que el zorro le vio colgando los güevos al toro y creyó qu' eran
peras. Y pensaba que se le iban a caer, que ya 'taban maduras. Y lo
seguía. Andaba todo el día atrás del toro. Y se le comenzó
arrimar. Y atrevido, el zorro, donde luego, se le arrimaba cada vez
más a las patas del toro, y decía:
Y
ya tuvo el atrevimiento de allegarse más y más. Cuando el toro vido
que estaba encima queriendolé agarrar las peras, le encajó una
patada al zorro que lo tiró lejo. Y entonce el zorro respondió:
Felipe
Lasarte, 62 años. Bahía Blanca. Buenos Aires, 1959.
Oyó
este cuento entre los reseros de este lugar y de Rauch.
Es
evidente la semejanza de este cuento con el 625 de esta colección y
el del zorro y las uvas.
Cuento
362. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 033
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