Había
un viajero que 'taba en viaje. Y éste, por la tarde, se ha llegado a
alojar en una casa. Y jue y se aseguró sus animales para que coman.
Y mientras tanto, el zorro le robó todos los jateos.
Así,
cuando el arriero volvió no en contró nada. Y el pobre hombre
andaba afligido de todas sus reatas. Y andaba en preguntas al que
encontraba. A ver si alguien lu ha visto. Y se encontró, dice, con
un burro. Y el burro diz que le dice, si a él le pagaba un quintal
di alfa él podía hacer aparecer sus cosas. Y el hombre le aceptó
de pagarle un quintal di alfa. Bueno, entonces ya después hicieron
el trato ya seguro.
Como
el burro sabía, conocía la casa, la cueva del Juan, donde vivía
con su señora y sus tres hijos, se jue allá de noche. Una vez
llegado a la puerta de la cueva, s' hizo el muerto. Y el zorro, cerca
del día se levantó a orinar y s'encontró con el burro muerto en la
puerta de su casa. Y entonce dice que a Juan le llamó l'atención y
le avisó a su mujer que se llamaba Pituguilla, y entonce que ya vino
y vieron que el burro 'taba muerto. Entonce diz que le dice:
Bueno...
Entonce después de amarrarlo le dice que los hable a los
Fernanditos, los hijos, que ayuden para tirar el burro adentro.
Bueno, los chicos de levantarse han venido a ayudarles a meter la
carne, y que ellos estaban muy contentos de encontrarse esa carne en
la puerta de la casa. Y los amarró bien a los hijos con las sogas
para que ramearan. Y también lo quiso amarrar a la mujer. Y la
Pituguilla, resulta, vio que un poco movía los ojos el burro.
Entonce
Juan le contesta que no, que 'tá muerto ya. En eso 'taban todos
ramiando para hacer entrar la carne adentro 'e la casa, y ya que 'tán
por hacer dentrar a la puerta, el burro se levantó a los manotones y
los rebuznidos, y disparando con todos los lazos y los zorros. Y la
Pituguilla iba por adelante atajando al burro para que se sujetaran
los Fernanditos. Y el burro no l' hizo caso y se jue a presentarse al
arriero con todos los lazos. Y a los Fernanditos y al Juan los ha
hecho pedazos. Llegó ande el arriero, ande él ganó el quintal di
alfa, y ya vio qui el ladrón era el zorro.
Puneño,
indígena. Comerciante. Buen narrador.
Cuento
403. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 033
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