Era
un águila con un sapo. El águila lo vio lindo al sapito, gordito, y
lo quería comer. El sapo no se daba cuenta. El águila lo invitaba.
Dice:
-En
el cielo, pero, ¿cómo hago, dice, para ir a semejante altura? Yo no
puedo. Apena ando a la rastra puel suelo.
-Sí
dice, si hay de todo. Hay moscas (que es lo que le gusta al sapo),
hay maripositas, de todo. Allá hay una fiesta grandísima, dice, te
vas a divertir mucho.
Claro,
el águila lo agarró con las garras y lo llevaba al sapo. Iba...
volaba, volaba siempre. Siempre remontando, siempre remontando.
Cuando estuvo a una altura más o menos, que a él le pareció que se
iba a matar el sapo cuando cayera, lo largó. Y el sapo venía para
abajo... Y en el viaje decía mientras venía cayendo:
-¡Si
de esta salvo y no muero, no quiero más fiesta al cielo!
Aníbal
Aldana, 50 años. San Pedro. Buenos Aires, 1969.
Marinero.
Nativo de San Pedro.
Variante
del cuento tradicional.
Cuento
539. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 033
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