Antiguamente
el gaucho salteño ha usado botas de potro. Eran un lujo. Había que
matar un potro para prepararlas y en Salta no había en ese entonces
tantos baguales como en el sur, en la pampa.
El
zorro se lo andaba por comer al suri y no sabía cómo hacer, y como
es tan ardiloso, le inventó una mentira. Ha ido y li ha dicho:
-Pero,
vea, compadre, usté nu ha de poder ir pata pila, como anda. Yo me
comprometo a tráirle unas botas 'i potro.
Ha
ido el Juan y ha remojado unos cueros y cuando han estado bien
blanditos ha venido y se los ha cosido en las patas del suri. Y lo ha
puesto al sol. El zorro si ha ido y ha quedado de venir a buscarlo
para que vayan a la fiesta.
Cuando
se le ha ido secando el cuero al suri ha comenzado a gritarlo al
compadre, porque se moría de dolor. Ha intentado pararse y se ha
dado un golpazo. Tantos golpes se dio el pobre suri que al fin se ha
muerto. Entonce don Juan apareció y se dio un banquete que le duró
varios días.
Antenor
Sánchez, 73 años. Chicoana. Valle de Lerma. Salta, 1954.
Cuento
330. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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