Era
una época en que había una seca muy grande en el campo. Los
animales andaban de un lado al otro buscando bebida y comida. En esa
diligencia andaba el zorro, cuando ve que viene un toro buscando
agua. Lo mira el zorro y ve que al toro le colgaban los güevos y se
le movían como si se le fueran a caer. Entonce dice el zorro:
-Este
toro va a caer muerto en cualquier momento y lo primero que le voy a
comer son los güevos. Y si no se muere se le van a caer los güevos.
Lo voy a seguir.
Y
lo empezó a seguir el zorro al toro. Encontró el toro un charquito
de agua, tomó los tragos que pudo y empezó a comer unos pastitos. Y
siguió así el toro y el zorro de atrás. Anduvo así varios días.
El zorro ya no daba más de hambre y de cansancio. Y ya vio que el
toro no se iba a morir ni se le iban a caer los güevos y entonce con
mucha rabia dice:
Nicasio
Muñoz (h), 35 años. El Durazno. Pringles. San Luis, 1977.
Cuento
356. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 033
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