El
suri y el sapo hicieron una apuesta, cuál corría más rápido.
El
avestruz aceptó el desafío. Confiaba en su velocidá. Pero el sapo
se había confiado en su picardía. Y es así como trazó el
recorrido de la carrera a la orilla de un río. Y el sapo hizo
distribuir a todos sus parientes, simulando una especie de posta, de
manera que largaron la carrera, el avestruz a grandes zancadas salió
corriendo y el sapo se arrojó al agua. El avestruz miraba hacia el
agua y como no aparecía el sapo, aflojó un poco el paso. Pero que,
llegando a la primera arboleda, ve al sapo que se arroja nuevamente
al agua y dice:
Y
tomó ya un ritmo loco de carrera. Llegando a otro lugar, lo ve al
sapo que estaba esperando a la orilla del agua. Y dice:
Y
así llegó jadeante al final de la carrera y lu encontró al sapo
muy orondo esperandoló ya a la orilla del río. Y él no se dio
cuenta del engaño que había sido objeto, y áhi perdió la apuesta
con el sapo, el avestruz. Hizo especie de posta con todos los
parientes mientras corría el avestruz. Los fue escalonando a la
orilla del río.
Manuel
José Victoria, 50 años. Santiago del Estero, 1970.
El
narrador dice que este cuento se conoce en toda la Provincia de
Santiago del Estero.
Cuento
478. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 033
No hay comentarios:
Publicar un comentario