Dice
que el sapo ha apostado mucha plata en una carrera con la liebre. El
sapo decía que él le ganaba y la liebre decía que no podía ser.
Apostaron dinero. Tenían que correr una distancia bastante larga.
Tenían que meterse, a ver cuál entraba primero adentro de un
mortero. Que un mortero es un pedazo de tronco cavado, que es donde
se hace la mazamorra, que se hace acá en el campo.
Entonce,
bueno, en tanto, largaron la carrera un día. Y la liebre corría un
pedazo y descansaba, pensando que ya lo había perdido al sapo. Y por
áhi corría y a la distancia encontraba otra vez al sapo a la par de
ella. Volvía a desesperarse y corría, y por áhi descansaba. Y
volvía a seguir otra vez y encontraba un sapo. Así hasta que llegó
adentro. Y cuando llegó adentro, ya 'taba el sapo mirandolá para
arriba. ¿Y qué era? Que si había hecho una cadena de sapos, una
fila larga, y uno ya 'taba adentro del mortero, ya. Y ella se
desesperaba para ganarle y ya 'taba la trampa. Claro, todos los sapos
eran iguales, una gota de agua. Y le ganó no más el sapo a la
liebre.
Aníbal
Aldana, 50 años. San Pedro. Buenos Aires, 1969.
Modesto
hacendado. Muy buen narrador.
Cuento
500.
Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 033
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