En la
historia de China la interceptación más eficiente contra una posible invasión
enemiga no fue realizada por un ejército bien armado, sino por un comerciante
de ganado. Esto ocurrió en la Era de Primavera y Otoño, cuando numerosos reinos
se enfrentaban en interminables guerras de expansión y de defensa.
Una vez
el reino Qin, uno de los más poderosos de la época, envió un ejército bien
armado de cien mil soldados para atacar el reino Zheng. Se trataba de una
operación militar sumamente secreta, por lo que cuando las tropas invasoras
estaban ya cerca de la frontera con Zheng, éste aún no se había enterado del
inminente peligro. Tanto el monarca como sus ciudadanos vivían con la más
absoluta tranquilidad.
Un día
un comerciante de ganado llamado Xian Gao cruzó la frontera y se dirigió al
mercado de ganado en una ciudad importante del reino vecino. Llevaba dos
docenas de bueyes para venderlos en la feria. En el camino se enteró de los
movimientos del ejército invasor. Se quedó muy preocupado pensando:
-Acaba
de fallecer nuestro rey y el nuevo monarca es todavía muy joven. Después de
los días de luto nacional, el país no está militarmente preparado para resistir
una invasión de tan poderoso ejército. ¡Qué desgracia! Nos van a invadir y
nadie sabe nada.
Hay que
hacer algo. Sí, hay que interceptar al ejército invasor.
Envió a
un paisano suyo a informar urgentemente a la corte del peligro inminente de
guerra. Luego, se disfrazó de enviado especial del rey Zheng. Alquiló un
lujoso transporte y fue al encuentro del ejército invasor llevando veinte
bueyes de regalo. Cuando los soldados de la vanguardia se enteraron de que se
trataba del enviado especial del rey de Zheng, lo llevaron a ver al mariscal
Men. Éste, sorprendido por la inesperada visita del cortesano, le dijo con soberbia:
-Nuestro
ejército, en su expedición hacia el este, se ve obligado a pasar por el
territorio de su reino. Se trata de un tránsito nada más. Tenéis que permitírnoslo.
El inteligente
comerciante se mantuvo sereno y mostró una amable sonrisa mientras contestó:
-Yo he
venido justamente para darles la bienvenida. Nuestro rey me ha enviado para
comunicarles que ya lo hemos preparado todo para asistir a su ejército en lo
que necesite. Pueden permanecer allí cuantos días sean necesarios. El día de su
marcha serán acompañados por nuestro ejército hasta la frontera. Les he
traído veinte bueyes para agasajarlos. Más adelante les harán una recepción
oficial.
El
comandante general del ejército de Qin se desanimó sensiblemente al oír las
palabras del supuestos representante del reino Zheng y, para sorpresa de
todos, dijo:
-Transmita
a su rey mi agradecimiento por su buena voluntad. Pero he decidido cancelar la
operacion y no pasar por su territorio.
Después
de que se retirara el enviado especial, los generales preguntaron al mariscal
por qué había cambiado de idea.
-¿No
veis que ya se han enterado de nuestra intención? El propósito de esta
expedición era derrotarlos con un ataque relámpago. Pero ahora ya están
preparados. Es dificil ganarles con cien mil hombres mal asistidos
logísticamente. No voy a entrar en una batalla de la que no tengo plena
seguridad de ganar.
Dicho
esto, ordenó la retirada del ejército y anuló el plan de conquista.
005. Anonimo (china),
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