Un día,
un joven se arrodilló a orillas de un río. Metió los brazos en el agua para
refrescarse el rostro y allí, en el agua, vio de repente la imagen de la muerte. Se levantó muy
asustado y preguntó:
-Pero...
¿qué quieres? ¡Soy joven! ¿Por qué vienes a buscarme sin previo aviso?
-No vengo
a buscarte -contestó la voz de la muerte. Tranquilízate
y vuelve a tu hogar, porque estoy esperando a otra persona. No vendré a
buscarte sin prevenirte, te lo prometo.
El joven
entró en su casa muy contento. Se hizo hombre, se casó, tuvo hijos, siguió el
curso de su tranquila vida. Un día de verano, encontrándose junto al mismo río,
volvió a detenerse para refrescarse. Y volvió a ver el rostro de la muerte. La saludó y
quiso levantarse. Pero una fuerza lo mantuvo arrodillado junto al agua. Se
asustó y preguntó:
-Pero
¿que quieres?
-Es a ti
a quien quiero -contestó la voz de la muerte. Hoy he venido a buscarte.
-¡Me
habías prometido que no vendrías a buscarme sin prevenirme antes! ¡No has
mantenido tu promesa!
-¡Te he
prevenido!
-¿Me has
prevenido?
-De mil
maneras. Cada vez que te mirabas a un espejo, veías aparecer tus arrugas, tu
pelo se volvía blanco. Sentías que te faltaba el aliento y que tus
articulaciones se endurecían. ¿Cómo puedes decir que no te he prevenido?
Y se lo
llevó hasta el fondo del agua.
005. Anonimo (china),
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