Un
hombre perdió un hacha. De inmediato sospechó que el hijo del vecino se la
había robado. Cuando veía pasar al niño, el niño tenía apariencia de haber
robado un hacha; cuando escuchaba sus palabras, oía a un niño que había robado
un hacha. Todos los actos y modales del niño indicaban que era el ladrón.
Más
tarde, mientras cavaba una zanja, el hombre encontró el hacha perdida.
Al
día siguiente vio de nuevo al hijo del vecino, pero en sus actos y modales no
había rastros del niño que había robado un hacha. El niño no había cambiado,
sino el hombre. Y el único motivo de ese cambio radicaba en su sospecha.
Versión
de Warren Horton Stuart
005. Anonimo (china),
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