Nuestra
mente genera sus propias creaciones y luego creemos que son reales. A veces nos
llenan de angustia y malestar, la misma angustia y malestar que experimentó Du
Shuan, que era el secretario de un magistrado. Con motivo de las fiestas, el
magistrado invitó a su casa a su secretario y le ofreció una copa de licor. Un
arco que había en la pared se reflejaba en la copa y el secretario creyó que
había una serpiente dentro de la misma, pero como no podía desairar al
magistrado, sacando fuerzas de flaqueza, aunque aterrorizado, se bebió el
contenido de la copa. Luego, se, fue a su casa. Le esperaba una noche terrible.
Empezó a sentir la serpiente mordiéndole las entrañas y, por muchos
medicamentos que tomó, no pudo eliminar el dolor de estómago que le abatía.
Pasaron
unos días. Du Shuan seguía enfermo. El magistrado, extrañado por su ausencia,
fue a visitarle.
-¿Qué
enfermedad padece? -preguntó.
El
secretario repuso:
-Seré
sincero, señoría. No sé si es la serpiente que me tragué y no logro evacuarla o
simplemente el terror que sentí al tragármela. Pero el caso es que no
desaparecen las náuseas y los dolores.
El
magistrado volvió a su casa y se puso a reflexionar sobre el tema. La luz se
hizo en su mente y mandó traer rápidamente a su secretario. Entonces, en el
mismo lugar que días atrás lo hiciera, le ofreció una copa de licor. De nuevo
el reflejo del arco parecía una serpiente en la copa del invitado, que, aterrorizado,
se echó para detrás como si hubiera visto la cara del mismo diablo.
-Sólo es
el reflejo del arco que hay detrás de usted -dijo el magistrado. Su mente, mi
fiel amigo, le ha jugado una mala pasada.
Desapareció
el espanto y un día después el color había vuelto al rostro de Du Shuan.
005. Anonimo (china),
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