El
maestro chan tenía discípulos que con frecuencia le exponían sus dudas, sus
cuitas, sus conflictos y zozobras. Todo ello está en la mente ordinaria, que
es, a menudo, como un monstruo que enreda y roba la felicidad, creando tensión,
oposición y contradicciones irreconciliables. Como dicen los maestros, con
demasiada frecuencia añadimos fricción a la fricción, sufrimiento al
sufrimiento, en lugar de fluir como un ágil torrente.
Había un
discípulo cuya mente era un hervidero de tensiones y vacilaciones.
-Venerado
maestro -dijo-, si nos vestimos y comemos todos los días, ¿cómo podemos escapar
a la monotonía de tener que ponernos la ropa y comer los alimentos?
-Nos
vestimos y comemos -repuso tranquilamente el maestro.
-No
comprendo -replicó el discípulo.
Y el
maestro dijo:
-Si no
comprendes, ponte la ropa y come.
005. Anonimo (china),
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