Las dos
doncellas pasean lentamente por el jardín; sus túnicas de fino brocado
amarillo y azul al pasar por entre las flores levantan un suave frufrú. Es un
ruido íntimo y acariciador que invita a l.aa dulce confidencia.
-Oh
amiga mía -está diciendo en este momento una de ellas-, no sabes cuánto me
alegra poder confiarte por fin mi secreto. Aquí nadie nos oye, mira...
-Honorable
doncella -dice en aquel momento un criado que acaba de llegar-, vuestro padre
quiere hablaros y me ha ordenado que os venga a buscar. Siento tener que
interrumpir vuestro paseo, mi ama.
-¡Ay
amiga mía, cuánto lo siento! Hoy no puedo revelarte mi secreto. Tendrá que ser
otro día...
Las dos
doncellas pasean de nuevo por el jardín. Contentas y alegres se sientan junto
al estanque.
-Por fin
podré confiarte hoy mi secreto -dice la que lleva la túnica color de
melocotón encendido-, tenía tantas ganas de contártelo, verás...
-¡Ama,
amita! Ha llegado vuestro hermano ahora mismo. La alegría que reina en la casa
es indescriptible. ¡Corred, venid a salu-darle!
-Amiga
mía, no sabes cuánto lo siento. Tampoco hoy podré revelarte mi secreto.
Las dos
amigas pasean alegres por entre los árboles frondosos que extienden sus ramas
sobre ellas.
-Por fin
podré revelarte el secreto, ocurre que...
-Honorable
ama, entrad un momento, por favor. Vuestra madre desea que probéis un manjar
exquisito que acaba de hacer nuestro buen cocinero...
El sol
ilumina todo el jardín, las flores de encendidos colores lucen esplendorosas
sobre sus finos tallos sus corolas de graciosos pétalos; las dos muchachas
corretean alegres, sus alegres risas se esparcen por el aire como las
melodiosas notas de un laúd. Por fin, cansadas, deciden sentarse bajo un
espléndido melocotonero cuyas rosadas flores perfuman el jardín.
-Ahora
voy a contarte mi secreto -dice la más joven, la que viste la túnica color de
miel-, ocurre que...
-¿Qué te
pasa? ¿Por qué no prosigues? Nadie ha venido a llamarnos, nada turba la paz de
este jardín lleno de aromas de primavera y nadie nos escucha.
-¿Tú
crees?
Al decir
esto la linda muchacha de la túnica color de miel mira fijamente hacia una de
las ramas del florido melocotonero. Entre el ramaje un loro de vivos colores y
espléndido pico no cesa de mirar fijamente a las dos muchachas.
En aquel
preciso instante lanzando un estridente chillido empieza a parlotear sin
descanso una enfadosa cantinela: «Ahora voy a contarte mi secreto, ahora voy
a contarte mi secreto...»
005. Anonimo (china),
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