Esta
historia sucedió en Pekín.
Había en
la capital una prostituta joven y hermosa llamada Yu Tang Chun, quien conoció
por casualidad al hijo de un ministro de la corte. Se enamoraron profundamente
entregándose a un idilio en medio de un ambiente adverso. Al joven no le importaba
la indecencia de la profesión de su amada y juró no separarse nunca de ella.
Sin embargo, como la muchacha trabajaba para la dueña del prostíbulo, el
joven tenía que pagarle todos los días para tener el derecho a la exclusividad
de la doncella. Había traído decenas de miles de monedas de plata para
estudiar en la capital, pero en menos de un año gastó todo el dinero en el
prostíbulo y el día que no pudo seguir pagando a la dueña lo hecharon de la
casa a patadas.
Triste y
solitario, el empobrecido hijo del ministro imperial tuvo que mendigar para no
morir de hambre. La joven se sumergió en una inmensa aflicción, que se
acentuaba al recordar la felicidad de los días que había pasado al lado de su
enamorado. Las lágrimas se le desprendían como perlas transparentes y le
mortificaba pensar en la penuria que acosaba a su amado.
Un día,
al enterarse por casualidad del paradero de su amado, se sintió invadida por
una alegría indescriptible. Cogió todo el dinero que había ganado y se lo
entregó a un mensajero junto con un cofre de joyas, para sacarle del apuro y
ayudarle a realizar sus estudios interrumpidos.
Antes de
marcharse, el joven vino a despedirse de su amada y le reiteró su amor
incondicional. La hermosa joven le dijo que le esperaría hasta que volviera
con los estudios realizados. Se separaron con el corazón dolorido y las caras
bañadas en lágrimas.
A partir
de ese día, Primavera, que así se llamaba la joven, se encerró y nunca volvió a
salir. Se negaba a trabajar para complacer a los hombres. Pasaba los largos
días y noches sumergida en un profundo dolor. Echaba de menos a su entrañable
amado, mientras que soportaba impasiblemente la soledad, la añoranza y los
recuerdos idílicos de la convivencia. Perdió el apetito adelgazaba por el dolor
y la desnutrición.
La dueña
del prostíbulo se puso furiosa al ver que ella no recibía a los hombres. Para
vengarse de su inactividad, la vendió a un rico comerciante de la provincia de
Shan Xi como concubina.
Resultó
que la mujer de ese mercader adinerado mantenía relaciones extramatrimoniales
con un adúltero desde hacía bastante tiempo. Y para mantener sus relaciones
ilícitas en secreto mató a su marido. Pero se lo inculpó a Primavera con una
falsa acusación, sobornando además a los jueces para que la condenaran a
muerte. Los funcionarios de la justicia detuvieron enseguida a Primavera, a la
que sometieron a cruel tortura con el fin de obligarla a confesar el delito de
homicidio. La muchacha no pudo soportar el martirio de los látigos y asumió la
calumnia como un hecho real, por lo que fue condenada a muerte.
Días
antes de la ejecución, llegó un inspector de la justicia enviado por el
emperador, que era precisamente el novio de la condenada. Sucedió que tras separarse
de su amada, se dedicó íntegramente al estudio durante varios años. Al final
se presentó a los exámenes imperiales y ganó un lugar prominente, lo que le
valió ser nombrado inspector de justicia.
Al leer
los expedientes, se sorprendió enormemente al encontrar el nombre de su novia
condenada a muerte. Se quitó el uniforme oficial y se disfrazó de un
ciudadano común y empezó a investigar el extraño caso. Al cabo de dos días pudo
aclarar todos los detalles de la calumnia. Convocó una nueva sesión para
aclarar el caso. Estaba seguro de que podría revocar el falso veredicto y
salvar a su amada.
Sin
embargo, cuando vio a su entrañable amada, se emocionó tanto que perdió la
serenidad y el control de sí mismo. Ante el inminente fracaso de los esfuerzos
por absolver a su amada, los dos ayudantes del inspector controlaron,
afortunadamente, la situación adversa y declararon inocente a la hermosa muchacha.
Tras el
juicio, los novios se encontraron con gran emoción fundiéndose en lágrimas de
alegría y felicidad.
005. Anonimo (china),
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