El
secreto no sólo está en dar, sino en saber qué hay que proporcionar. De otra
manera podemos dañar a la «gaviota».
Era un
día claro y despejado. Una hermosa gaviota sobrevoló la capital de Lu y,
finalmente, se decidió a bajar y posarse en uno de los distritos de la ciudad.
Fue notificado de ello el goberador de Lu, y no sólo acudió a dar la bienvenida
a la gaviota, sino que determinó preparar un festejo para ella.
Se
dispuso un templo para la situación. Los mejores músicos comenzaron a tocar,
pero aquella música atolondraba a la apacible gaviota. Se quemaron sándalos e
inciensos, pero aquellos aromas mareaban al ave. Se hicieron largos
sacrificios, que confundían a la visitante. Pero, además, se le hizo tomar
viandas y licores, aun a su pesar, en el afán de agasajarla lo mejor posible.
Todo ello a lo largo de varios días, hasta que el animalito murió de tristeza y
desolación. El gobernador había agasajado tal como él hubiera anhelado ser
agasajado, en vez de ponerse en el lu gar de la gaviota.
005. Anonimo (china),
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