Alguien dijo: "Los cuentos nos ayudan a enfrentarnos al mundo"

Era se una vez...

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domingo, 10 de junio de 2012

La pequeña luciernaga

Había una vez una comunidad de luciérnagas que vivía en el interior del tronco de un altísimo lampati, uno de los árboles más majestuosos y viejos de Tailandia. Cada anochecer, cuando todo se quedaba a oscuras y en silencio y sólo se oía el murmullo del cercano río, todas las luciérnagas abandonaban el árbol pan llenar el cielo de destellos. Jugaban a hacer figuras con sus luces bailando en el aire para crear un sinfín de centelleos luminosos más brillantes y espectaculares que los de un castillo de fuegos artificiales.
Pero entre todas las luciérnagas que habitaban en el lampati, había una muy pequeñita a la que no le gustaba salir a volar.
-No, no, hoy tampoco quiero salir a volar -decía todos los días la pequeña luciérnaga-. Id vosotros que yo estoy muy bien en casita.
Tanto sus abuelos, como sus padres, hermanos y amigos, esperaban con ansiedad a que llegara la noche para salir de casa y brillar en la oscuridad. Se lo pasaban tan bien que no comprendían cómo la pequeña luciérnaga no les acompañaba nunca. Le insistían una y otra vez para que fuera con ellas a volar, pero no había manera de convencerla. La pequeña luciérnaga siempre se negaba.
-¡Qué no quiero salir a volar! -Repetía la pequeña luciérnaga-. ¡Mira que sois pesados, eh!
Toda la comunidad de luciérnagas estaba muy preocupada por la actitud de la pequeña.
-Hemos de hacer algo con esta hija -decía su madre angustiada-. No puede ser que la pequeña no quiera salir nunca de casa.
-No te preocupes, mujer -añadía su padre intentando calmarla-. Ya verás como todo se arregla y cualquier día de éstos sale a volar con nosotros:
Pero pasaban los días y la pequeña luciérnaga seguía encerrada sin salir de casa.
Un anochecer, cuando todas las luciérnagas habían salido a volar, la abuela luciérnaga se acercó a la pequeña y le preguntó con toda la delicadeza del mundo:
-¿Qué te sucede, mi pequeña niña? ¿Por qué nunca quieres salir de casa? ¿Cuál es la razón por la que nunca quieres venir a volar e iluminar la noche con nosotros?
-No me gusta volar -respondió la pequeña luciérnaga.
-Pero ¿por qué no te gusta volar ni mostrar tu luz? -insistió la abuela.

053. Tailandia

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