Subiendo a Valldemossa
por la actual carretera, al rebasar la escotadura conocida como s'Estret, aparece a la derecha una
altitud de regulares proporciones, conocida como es Puig de na Fátima. No puede ser más evocador el nombre de la
montaña, escenario de un fantasioso relato que aparece repetido en iguales
circunstancias -como es constante en muchas de las leyendas mallorquinas- en
lugares tan distantes de Valldemossa como son el Puig de na Maians o es Pla de
Betlem en la comarca de Artà.
No tiene nada que ver la
leyenda con el nombre de la montaña que lo toma de Fátima, supuesta hija del
último rey moro de Mallorca, que un importante caballero logró sacar de la
ciudad, hurtándola así a las garras de los cristianos. Fátima y el moro huyeron
con un tesoro que, oculto en algún lugar del monte, no ha aparecido jamás a
pesar de haberse buscado repetidamente.
Por su parte, la leyenda,
que se sitúa tradicionalmente en el Puig,
con más connotaciones de rondaia que
de leyenda en sí, es la siguiente:
Vivía en Argel, como
esclavo de un moro ciego y poderoso, un valldemosín que había conseguido
despertar una especial estima en su señor. Cualquier pretexto le servía a éste
para centrar el tema de sus conversaciones en la desconocida Mallorca, lejana
en la distancia, pero tan próxima en los recuerdos que los antepasados del
moro trajeran desde allí. El esclavo, conocedor de los gustos de su amo, le
repetía las historias que de niño oyera contar a los ancianos del pueblo y, en
especial, aquella que hablaba de los poderes de ciertas hierbas, milagrosas
contra cualquier dolencia, que se encontraban en la cima de una montaña, muy
cerca de Valldemossa, pero que sólo obraban la curación si se seguía con ellas
un determinado ritual.
La posibilidad de
librarse de su ceguera, hizo que muchas veces el anciano estuviera a punto de
enviar a su criado a su tierra natal, en busca de las hierbas curativas, pero
el temor a perderlo para siempre le hacía desistir de su propósito hasta que
un día, decidió correr el riesgo.
-«Tened confianza en mí,
le dijo el mallorquín, sólo os pido siete pares de zapatillas que llevaré
conmigo a Mallorca, Y no temáis por mi regreso que muy pronto he de estar de
nuevo con vos.»
Llegado al Puig de na Fátima, calzose el primer par
de zapatillas y anduvo con ellas todo el día por la montaña. Al día siguiente
repitió la operación con otro par y así, un día tras otro, hasta haber usado
los siete pares que le diera su amo. Terminado por fin el extraño ceremonial,
el hombre recogió las catorce babuchas y embarcó de nuevo hacia Argel.
Presentándose a su señor, ínstole, sin pérdida de tiempo, a que se pasase las
zapatillas por los ojos en el orden en que él se las iría dando,
Tomó primero las que se
calzara el lunes, luego las del martes y así sucesivamente hasta llegar a las
que se había puesto el domingo para hollar con ellas las hierbas de la montaña
mallorquina. Al terminar de restregarsee el séptimo par, los ojos del anciano
árabe recobraron la vista. Emocionado y profundamente agradecido, devol-vió la
libertad a su fidelísimo esclavo y, colmándole de riquezas, lo repatrió a su
querida Mallorca.
Es una hermosa historia
la del Puig de na Fátima donde
nuestro familiar y querido número siete, unido al significado cristiano del
domingo y a la poética añoranza de una tierra, obran el prodigio milagroso en
la persona de un infiel, dándole al relato un final feliz que algunas
versiones, demasiado proclives al sentimentalismo, redondean con la conversión
del moro y su venida a la deseada Mallorca en compañía de su amigo. Como en un
cuento sencillo que, en definitiva eso y no otra cosa es esta leyenda.
Fuentes:
Juan Muntaner Bujosa: Tradiciones y leyendas de Valldemossa.
(Separata de Revista núms. XLII - XLVIII. Palma 1948).
María Mas Boscana: De
Ca'n Boscana (Valldemossa).
092. Anonimo (balear-mallorca-valldemossa)
La leyenda es algo más que eso, pues trata de explicar el significado preislámico del topónimo Fàtima. De los cuanto menos cinco existentes en distintos puntos de Mallorca, éste no está exactamente referido a la hija de Mahoma, el profeta de los musulmanes, según El Islam. El protagonista del relato es en realidad un zagal de aquella pastoricia de "Pastoritx" (Valldemossa) y ese es exactamente el significado del nombre. Los otros Fàtima están contextualizados en semánticas ligeramente diferentes.
ResponderEliminarSaludos, J. A. Encinas S.