Próxima a la cala del
Pilar, en la costa norte de Menorca, una cueva repite, a veces, los apagados
gemidos de una mujer.
Es el recuerdo que
guardan las piedras del llanto de la doncella de Alfurí, saqueado una aciaga noche por los piratas. Nada pudieron
hacer los lugareños por defenderse ni evitar el pillaje de aquella horda de
moros que, como más preciado trofeo, se llevaron cautiva a la hija del amo.
Cuando, siguiendo el
rostro de los huidos, llegaron hasta la cueva, supieron los perseguidores que
se habían extinguido sus esperanzas. De los piratas no quedaba siquiera la silueta
de su nave, alejándose mar adentro.
Sólo un rumor, como un
grito sofocado, emergía de algún rincón de la gruta. Registraron las más
escondidas grietas hasta que, abatidos, tomaron de nuevo el camino de Aljurí, comprendiendo que aquellos
susurros no eran sino el eco de los lamentos de la muchacha que las rocas,
fríos testigos de la brutalidad de los moros, devolvían, incapaces de
absorberlos.
Y los susurros -dicen-
continúan oyéndose todavía, intermitentemente, como consecuencia de algún
pequeño fenómeno geológico, motivando la leyenda y el nombre con el que
algunos designan a la cueva: sa cova de
sa pô.
Fuente: Gabriel Sabrafin
092. Anonimo (balear-menorca)
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