123. Cuento popular castellano
Este era un rey que tenía tres hijas.
Un día las llamó y les dijo:
-De las tres hijas que tengo, quiero
saber cuál es la que me quiere más.
-Pues yo como mi vida -contestó la
hija mayor.
-Yo como mi alma -dijo la segunda. Y
la más pequeña dijo:
-Y yo, como la sal en el agua.
Por haber dicho eso, el padre se
enfadó mucho con ella y la dijo:
-Véte de aquí, que no me quieres.
Entonces la pobre niña se marchó de la
casa. Y por fin llegó en ca de una reina viuda que tenía un hijo. Y preguntó si
hacía falta una criada. Y dijeron que no, pero que necesitaban una pavera para
criar pavas. Y ella dijo que estaba bien, que se quedaría. Pues ya la reina la
dio la zamarra y la echó a la cuadra.
Se ha levantao por la mañana, y la ha
echao a la era con los pavos. Y estando en la era ha empezado eha:
-¡Paví,
paví, paví, paví!
Si
el hijo del rey me viera, ¿se enamoraría de mí?
Y todos los pavos venían corriendo y
hacían:
-Sí, sí, sí, sí, sí...
Y una media vuelta... y uno muerto.
Ha cogido el pavo ella y ha ido
corriendo al palacio:
-¡Ama, se me ha muerto un pavo!
-¡Jesús, qué pavera! A usted la tengo
que echar como a la otra. ¡Véte a la cuadra con los pavos!
Y la tiró la escoba.
Ya por la noche iba a haber una
función. Y ella tenía la varita de la virtud para hablar con ella. Esa noche
dijo:
-Varita la virtud, con la virtud que
Dios te ha dado, que me presentes con un traje de terciopelo negro que no le
haiga en el salón como el mío.
Y esa noche ha ido al baile. Y el hijo
de su ama ha ido a bailarla, sin conocerla. Y se ha enamorao de ella. Al
bailar, como el hijo no la conocía, la preguntó que de qué pueblo era.
-Del pueblo del Escobazo.
-Pues no recuerdo de ese pueblo.
-Pues está muy cercano de aquí.
Y echó mano y le regaló el reloj.
Ella, cuando le vio distraído,
dio una media vuelta y se volvió para
la cuadra.
Al siguiente día salió otra vez con
los pavos y ha empezao:
-¡Paví, paví, paví, paví!
Si el hijo del rey me viera, ¿se
enamoraría de mí?
-Sí, sí, sí, sí, sí... -los pavos.
Y una media vuelta.., y otro pavo
muerto.
Ha cogido el pavo ella y ha subido a
la cocina. Y ha entregao
el pavo muerto.
-¡Ama, otro pavo muerto!
-Jesús, ¡qué pavera! ¡A usted la voy a
echar! ¡Véte a la cuadra! Y le ha tirao las tenazas.
Y por la noche iba a haber otro baile,
y dice ella:
-Varita la virtud, con la virtud que
Dios te ha dado, que me presentes con un traje blanco como la nieve, que no le
haiga en el salón como el mío.
Esa noche va al baile, y se ha
acercado el hijo de su ama a ella. Y dice:
-Esta noche tengo que observar de
dónde es para ir con ella. Y la preguntó que de qué pueblo era:
-¿De qué pueblo eres, que no recuerdo
del pueblo que me dijistes la otra noche?
-Del pueblo del Tenazazo.
-Esta noche -dice-, aunque no baile,
la tengo que acompañar.
Y la ha regalao una pulsera. Cuando
ella le vio distraído, pues pescó el dos y se marchó.
Al siguiente día salió otra vez con
los pavos y ha empezao:
-¡Paví,
paví, paví, paví!
Si
el hijo del rey me viera, ¿se enamoraría de mí?
-Sí, sí, sí, sí, sí... -los pavos.
Y una media vuelta... y otro pavo
muerto. Ha cogido el pavo y ha subido arriba: -¡Ama, otro pavo muerto!
-¡Jesús, qué pavera! A usted no la
puedo resistir más. ¡La voy a echar mañana!
Y le tiró el badil y la dijo:
-¡Véte a la cuadra!
Y esa noche iba a haber otra función.
Ha subido ella y ha hablado con la varita de la virtud:
-Varita la virtud, con la virtud que
Dios te ha dado, que me presentes con un traje negro que no le haiga en el
salón como el mío.
Y esa noche ya era la última noche. Y
la ha bailado el hijo de la reina. Y la volvió a preguntar de qué pueblo era.
-Del pueblo del Badilazo.
Ha llegao y le ha regalao un anillo.
Una vez ya que le vio ella
distraído, se marchó. Ha llegao a casa
él.
-¡Madre, vengo malo!
-Hijo, ¿qué te pasa?
-Pues, vengo malo -dice. Y al oír
esto, la pavera dice:
-Pues, ¿qué le pasa?
-¡Véte de aquí -dice la madre, no sea
que se ponga peor! Y dice la reina:
-Le voy a hacer un merengue. Ha saltao
la pavera:
-¿Quiere que se lo haga yo? Dice la
reina:
-¿Porque se ponga peor? Y saltó la
pavera:
-Porque se ponga mejor. Conque dice la
reina:
-Pues házsele, y no diremos que tú le
has hecho.
Metió el reloj, la pulsera y el anillo
en el merengue. Ha llegao su madre a dársele. Al partirle con el cuchillo, ha
llamado a su madre:
-¿Quién ha hecho el merengue? Yo.
Saltó él:
-¡No pue ser!
Dice otra vez:
-Pues, ¿quién le ha hecho?
-¡La pavera!
-Diga usted que entre.
Ha entrao con el traje de terciopelo
negro. Y le dice ella:
-¿Tal noche no me regalastes el reloj?
Dice:
-Sí. Y, ¿cómo me decías que eras del
pueblo del Escobazo?
-Porque subí a la cocina -dice-, y tu
madre me tiró la escoba.
Volvió otra vez a salir. Se puso su
traje blanco como la nieve, que no le había como el suyo. Ha entrao y dice:
-¿Tal noche no me regalastes una
pulsera? Dice:
-Sí. Y, ¿cómo me decías que eras del
pueblo del Tenazazo? Dice ella:
-Porque yo subí a la cocina y tu madre
me las tiró.
Volvió otra vez a salir y volvió con
el traje negro. Y le dijo:
-¿Tal noche no me has regalao el
anillo?
-Sí -dice-. ¿Cómo me decías que eras
del pueblo del Badilazo?
-Porque como subí yo a la cocina
-dice, pos tu madre me tiró el badil.
Dice:
-Tú serás mi esposa.
Ha sido cuando su madre ha entra y
dijo que cómo no se había declarao a ellos de la familia que venía.
Se arregló la boda y trataron de
convidar a su padre y sus hermanas. Y lo primero que dijo la pavera fue:
-A mi padre hay que ponerle la comida
sin sal.
Ya estando en la mesa todos los
convidados, se sirvió la comida. Y ella observó que su padre no comía. Se ha
dirigido a su padre:
-Padre, ¿cómo no come usted? Y dijo el
padre a la hija:
-Hija, una cosa sin sal no se pue
comer. Y dice ella:
-Pues, ¿qué le decía yo a usted? Mi
hermana mayor le decía que le quería como su vida; la segunda que como su alma.
Y yo le decía que como la sal en el agua. Por eso yo le quería más que ninguna,
porque la comida sin sal no se pue comer.
-Es verdad, hija mía -dijo el rey.
Ahora me convences: una cosa sin sal no se puede comer. Tú me querías más que
ninguna.
Tordesillas,
Valladolid.
Narrador
XXV, 3 de mayo, 1936.
Fuente: Aurelio M. Espinosa, hijo
058 anonimo (castilla y leon)
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