La sequía que padecía la
isla, allá por el año 1507, era alarmante como ninguna. El ganado se moría de
sed, las fuentes y los pozos se secaban y muchos la bradores abandonaban sus
heredades para ver de subsistir, dedicados a otros menesteres. Ha quedado
constancia de la absoluta esterilidad de aquel funesto año en el que -está
escrito- «no llovió en todo él en ninguna parte de la isla». De las 230.000
cuarteras de trigo que se estimaban necesarias para el consumo local, sólo
llegaron a recogerse 25.000. La situación era caótica y, como en tantas
ocasiones, la ayuda no llegó a Mallorca de sus cercanos vecinos sino de lugares
tan dispares y lejanos como Sicilia, Sevilla, Cerdeña, Nápoles o Francia.
Al borde, ya, de sus
fuerzas, sólo una solución le quedaba al desesperado pueblo: sacar sus imágenes
religiosas al campo y organizar procesiones votivas y penitenciales. Clamar al
cielo, provocar como fuera su conmiseración y arrancarle el milagro de la
lluvia.
En Alcudia, la procesión
se dirigió a la Cova de Sant Martí donde, un tiempo lejano,
los vecinos de Pollentia celebraban ocultamente sus primitivos ritos
cristianos. Los Jurados, descalzos y en camisa, se turnaban portando el crucifijo,
mientras el pueblo en masa –castigán-dose el cuerpo de las más diversas
maneras- caminaba detrás, rezando y cantando.
Al salir de la Cova ,
los penitentes más cercanos a la imagen pudieron observar el fenómeno: el
Cristo estaba empapado de un sudor acuoso, en el que eran visibles unas gotas
de sangre. El prodigio, trascendido a toda la comitiva, se interpretó como la
premonición de que iba a producirse el milagro. Pero no llovió.
El siguiente día y en
presencia de los comisionados enviados a Alcudia por las autoridades de la
capital, se repitió el fenómeno, al finalizar el oficio en la iglesia
parroquial. Los recién llegados (por la premura con que acudieron a Alcudia
alguien podría pensar que aguardaban el aviso del milagro tras el primer recodo
del camino) tuvieron ocasión de presenciarlo y se tomó buen cuidado de que
algún escribano dejara constancia escrita... «E fonch clarament y manifesta trobat lo dit Crucifixi esser banyat en
lo cap en los cabells de la part squerra... E los dits cabells del loch de la
banyadura foren vistes algunes gotetes petites que parexíen unes perles
petites...» (Fragmento del acta del notario palmesano Antonio Seguí
corroborando la que levantara el día anterior su colega de Alcudia Francisco
Axartell).
Todo esto ocurría los
días 24 y 25 de Febrero de 1507, ante la presencia de los prohombres llegados
de Ciutat para dar más realce al
asunto. Sin embargo, en ningún otro documento se encuentra referencia escrita
de este prodigio. Ni siquiera el obispado de Mallorca terció en el tema,
guardando acerca de todo ello un prudente, silencio. Pero la historia, la
leyenda o la fantasía tienen, en este caso, nombres y cronología muy precisas.
Los prohombres ciudadanos que acudieron a Alcudia, han quedado perfectamente
identificados para la posteridad con sus nombres, apellidos y cargos que desempeñaban.
Eran «lo reverent Official e lo
venerable mossen Miquel Garsia prevere e Domer de la Seu de Mallorca», por
parte del estamento religioso. A los políticos -vamos a llamarles así, con
mucha licencia- les representaban «los
magnifichs micer Joan Dezcallar, mossen Joanot de Vallobar, mossen Joanot
Falo, mossen Bernat de Pachs» y los hombres de leyes enviaron a «los magnifichs missers Pere Joan Forteza y
Joan Andreu».
Sólo de uno de los
comisionados, un simple fraile, no ha sido posible saber absolutamente nada.
Los que han consultado los catálogos biográficos de las órdenes religiosas
existentes, a la sazón, en Mallorca no han hallado el menor rastro del fraile
que inspeccionó el sudor prodigioso del Cristo de Alcudia. Parece como si
algún interés grande hubiera existido en borrar definitivamente su recuerdo.
Ello hace particularmente interesante esta historia ya que veintitrés años
después, en Sóller, acaece un episodio que tiene dos caracte-rísticas comunes
con el de Alcudia: el sudor sanguinolento de un crucifijo y el nombre del
protagonista, Benet Steva, el mismo que el del misterioso fraile cuyo rastro
nadie ha podido hallar.
Fuente: Gabriel Sabrafin
092. Anonimo (balear-mallorca-alcudia)
No hay comentarios:
Publicar un comentario