No es ésta propiamente
una leyenda mallorquina, sino la historia de una singular devoción,
-antiquísima en las prácticas cristianas- que conmemoraba, el 9 de Noviembre,
la fiesta de la Pasión
de la Imagen
con la misma solemnidad que los días de Navidad y Pascua. Nada queda
actualmente de esta manifestación devota que empezó a decaer en Mallorca a raíz
de la adopción del Misal Romano. Nada queda, excepto un hermoso retablo en piedra
arenisca, notable obra del siglo XIV-XV, que se conserva en San Salvador de
Felanitx y que, en seis de sus ocho viñetas, pulcramente talladas, explica en
imágenes la siguiente historia:
Vivía en la ciudad de
Berito (Beirut) un piadoso cristiano, devoto de un crucifijo que guardaba en
una de las habitaciones. La casa pasó, años después, a ser propiedad de un judío
que un buen día, descubrió en el desván la gran imagen de Cristo. Conocido el
hecho por los sacerdotes judíos, confiscaron el crucifijo y lo trasladaron a la
sinagoga, dispuestos a hacerle objeto de una cruel mascarada.
Encendidos por el odio,
los curiosos personajes reconstruyeron con la imagen las mismas escenas de la
pasión, renovando, una por una, todas las vejaciones y torturas de sus
antepasados y terminando su grotesca parodia con un golpe de lanza en el costado
de la figura, de cuya herida empezó a manar abundante sangre. Incrédulos aún ante
el prodigio y deseosos de llevar la bufonada hasta sus últimas consecuencias,
reunieron a cuantiosos enfermos, paralíticos, tullidos y ciegos que sanaban
milagrosamente al ser ungidos con aquella sangre, ante los atónitos ojos de la
judería.
La capacidad de asombro
de aquellos prohombres de la sinagoga, quedó más que colmada con aquellas
manifestaciones y corrieron a postrarse ante el obispo de la ciudad,
manifestando públicamente su arrepentimiento, y solicitando ser admitidos en
la fe que ellos mismos habían escarnecido.
La leyenda se encarga
también de revelar la razón de la devota práctica y, lejos de conformarse con
argumentos puramente doctrinales que justificaban sobradamente su difusión,
sigue explicando que, al ser tomada Beirut por los mahometanos, se dieron
prisa en echar al mar el milagroso crucifijo. Este se alejó flotando sobre las
olas y, llegó a las costas españolas, enfilando contra corriente el curso del
Ebro y del Segre, y fue recogido en Balaguer, donde se le venera devotamente.
Valencia reivindica también para su Cristo de San Salvador la asombrosa. historia,
afirmando que fue el Turia el río escogido por la imagen.
Aunque el Cristo, en su
periplo marítimo, debió pasar cerca de ella, Mallorca no tiene, en esta
ocasión, tantas pretensiones. Se conforma con haber recibido la leyenda,
haberla hecho objeto de su -devoción y conservar hasta hoy la historia de este
pasaje fantástico-religioso, en el hermoso retablo que algún tallista del país
labrara entre los siglos XIV y XV y que conserva el santuario de San Salvador
de Felanitx como una de sus más preciosas joyas.
Fuente: Gabriel Sabrafin
092. Anonimo (balear-mallorca-felanitx)
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