Dice que una vez andaba el zorro,
flaco. Nu había conseguío qué comer porque ya, dice, que todo el barrio había
preparau los perros y las trampas y lo corrían. Si había disparado para un
cerro y dice qui había encontrau al tigre. Que le dice:
-¡Ay, tío -dice, pórque no vamos
allá! 'Ta una tamberita gorda, dice. Y pórque no la pillamos. Yo la guá
asustar di allá hasta que usté la gatié.
Había ido el zorro por más astuto,
la había topau de adelante. Y el tigre si había ido gatiandolá, dice,
ramiandosé. Cuando menos había acordau la ha saltado y la ha tumbado. Una vez
que la ha muerto, la había ramiado,
porque la levanta el tigre a la presa, la levanta y la esconde en la parte más
oscura, más reparo para comerla. Ha ido el zorro, y ha queríu comer siquiera un
pedacito, y dice que le dice:
Y ya que si había llenau el tigre.
Y dicen que el tigre como el león son animales que abren con la uña maestra que
se llama la del costado, abren la panza y primeramente sacan la panza y todas
las tripas con la mano, con el mayor cuidado, la botan, así, lejos. Había sacau
la vejiga y li había dau al zorro. El zorro, dice, la había tomau a la vejiga,
dice, y li había comido las carnecitas que tenía y ya se li había iluminado,
dice, la inteligencia. Y si había ido disparando, si había acordau qui había
visto una guanquerada295.
Había inflado la vejiga y los había hurgau con un palo a los guanqueros, que
tienen una sola boquita. Y al salir los guanqueros los había embolsado, dice,
en la vejiga, dice. Y li había cerrado la boca y había disparado. El tigre
'taba durmiendo, llena la panza, así. Le corta una cerda de la cola de la vaca
y li había atau la boca a la vejiga. Y todos los guanqueros, ¡uuuj!... qui hacían. Si había arrimau con el mayor
cuidado y li había atau la vejiga a la cola al tigre. Si había retirado un
trecho, y di allá, dice, qui había tirau unas piedras para una zanja, y le
dice:
-¡Levante, tío tigre!, dice. Áhi
viene, dice, el comandante con el cuerpo de ejército, y con banda 'i música. A
más, aparte, dice, saben qui has hecho un perjuicio en la ciudá, dice.
Y así, dice, que al lado 'el tigre,
dice: ¡uuuy!... como ruido de sables y clarines, y había disparau, dice, como
loco. Y cuando más disparaba más fuerte sonaba la música. Así que si había ido,
dice, donde ni noticia tenían de él, y el zorro había quedado dueño de la
presa.
Y entra por un zapato roto,
qui ustedes cuenten otro.
Perfecto Bazán, 49 años. Belén.
Catamarca, 1968.
Tiene condiciones extraordinarias
de narrador. Aprendió los numerosos cuentos que relató para esta colección, de
la madre, que tenía fama de gran narradora en Belén.
Cuento 122. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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