El tigre y el mono eran compadres,
pero el mono hacía tiempo que había notado que el compadre tigre quería
comerle. Para evitar que el día menos pensado le pegase el zarpazo, buscó el
mono el medio de salvarse de la mala intención del compadre subiendosé a las
ramas de un árbol donde alzó su ollita, su pavita,
y allí se pasaba el tiempo cocinando, comiendo y mateando tranquilamente.
-¿Y por qué no se sube usté,
compadre? Aquí es muy lindo tomar mate, y muy fresco.
-Pongasé, compadre -le enseñó el
mono- con la cabeza para abajo y la cola para arriba y así le será fácil subir.
Así lo hizo el tigre, haciendo
grandes esfuerzos por treparse al árbol, cuando, ¡zas!, el mono le había
derramado en el culo un chorro de agua caliente. Entonces se enfureció tanto el
tigre, que con todas sus fuerzas se prendió al tronco y le sacudió hasta que
consiguió que el mono se cayera y le engulló. Lo tragó entero.
Una vez atrapado, el mono se acordó
que llevaba un cortapluma en el bolsillo, con el que le partió la panza al
tigre, consiguiendo salir sano y salvo. El tigre cayó muerto, y el mono se puso
a pelar al compadre con mucho cuidado. Con el cuero del tigre se tapó el mono y
empezó a andar por la orilla de un río, llamando la atención de las lavanderas
que áhi estaban lavando. Al verse admirado, el mono, se puso a hacer piruetas
en las ramas de un yuquerí490,
cuando por desgracia las espinas se le ensartaron en los párpados, y así quedó
colgado, bamboleandosé en el aire.
Un carancho que volaba a poca
distancia y altura, decía: ¡curá! ¡curá!,
creyendo ver en ese bulto una presa segura, pero al acercarse, el mono le dijo:
-Hagame, señor carancho, el gran
servicio de sacarme de aquí y yo te llevaré adonde hay gordo para comer.
El crédulo carancho le salvó de su
situación difícil al mono, pero el mono ingrato le armó una patraña,
diciendolé:
-Mire, don carancho, allá, del otro
lado del río parece que está viniendo una cuadrilla de perro. Yo te aviso para
que no vaye a bajá.
Rosa E. Gelardi de Schlomer.
Ita-Ibaté. General Paz. Corrientes. 1950.
La narradora es directora de
escuela, pero a pesar de cuidar la pronunciación, suprime muchas eses finales
de palabra y aspira otras.
En este y en otros cuentos del
nordeste argentino, el mono reemplaza al zorro en sus aventuras con el tigre.
Cuento 225. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 030
No hay comentarios:
Publicar un comentario