Que salieron unos corderos que se
habían separado de la majada, y que se encontraron al tigre tirado en el suelo,
muerto. El tigre, que los había visto, y para elegir el mejor, que se había
hecho el muerto. Entonce los corderos dieron la voz de alarma, que comenzaron a
gritar, que el tigre se había muerto. Ya comenzaron a llegar otros animales
como liebres, cabras, conejos y todos los animales que por áhi cerca andaban. Y
ya se dispusieron a velarlo. Y ya lo estaban velando cuando llegó el zorro
preguntando qué pasaba. Ya le contaron que los corderos lo habían encontrado
muerto al tigre y que había acomodado todo, y que lo estaban velando.
-¿Ha muerto? ¿Ha muerto el tío
tigre? -preguntaba el zorro con muchas dudas-. ¡No puede haber muerto el tío
tigre!
Ya se arrimó el zorro y lo comenzó
a mirar al tigre y se dio cuenta que si hacía el muerto. Lo vio pestañar muy
disimuladamente y pensó:
-No -volvió a decir, no puede
'star muerto mi tío tigre porque los muertos se tiran pedos, y él no se ha
tirado ninguno.
Entonce, el tigre que 'staba oyendo
y tenía miedo que se dispararan los animales con lo que decía el zorro, se tiró
un cuesco.
-Muerto que tira cuescos no es
muerto -dice el zorro, y echa a correr.
Leontina Escobar de Loyola, 62
años. San Francisco (Banda Norte). Ayacucho. San Luis, 1951.
Comarcana semiculta. Buena
narradora.
Cuento 150. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
0.015.1 anonimo (argentina) - 030
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