Resulta que el tigre lo tenía al
zorro de ayudante, para los mandados, de muchacho de los mandados. Y el zorro
le decía:
-Bueno, hijo, pero esperate, a
todas las cosas le llegan los tiempos. Bueno, mirá -le dice, vuá dormí la
siesta y vos di arriba de esa lomadita mirá cuando venga esa tropa grande de
vacas y cuando veas una ternerita linda, gordita, la cortás y despertame.
Entonces vamos a carniar, la vamos a comer.
El tío se pone en el solcito, un
solcito del mes de abril, de mayo, que 'ta lindo. Y empieza a pasar la hacienda
y empezó a cortase. Hasta que viene una ternera linda -dice que era color medio
zaina. Y se veía que era como pa partila con la uña, como dice mi mama.
Y bueno, se pone en la lomada
escondido hasta que pasan cerca de donde 'taban ellos. El tigre salta, le salta
al cogote, de un solo zarpaso la voltea y la arrastran para abajo de un
quiscaloro
cerca de unos talas
y se pone a carniala.
Meta comer las partes más lindas,
el corazón que es blandito, los filé,
el hallacuchillo
que le llaman, esa parte tan rica, el amor, otra parte que tiene la vaca,
también riquísima para comer. Y el pobre Juan se le caía la babita y de balde y
daba vuelta, y ¡ef!... ¡ef!... y olía no más y es todo lo que hacía, pues.
-Mirá que ya te lo tengo a tu parte
-dice. Como vos sos muchacho, te gusta jugar a la pelota, aquí te vuá dejó la
vejiga, pa que juegues.
Y claro, lo único que le dio, la
vejiga. El otro descargó la vejiga de orines, imagine qué iba a tomar.
-Yo guá dormir -dice- aquí.
Seguramente los dueños van a extrañar la ternera y van a salir rastriándome. Y
yo quiero que cuando vos veas que está viniendo la comisión (así se llamaban
las comisiones que salían a buscar) me despiertes para que nos escapemos. Y
ahora cuando me levante hemos de ver qué parte te va a tocar a vos también.
Entonces, para evitar que el zorro
le robe algún pedazo de carne, el tigre se acuesta, llena la panza, encima de
lo que quedaba de la ternera. Así que el zorro no podía ni robarle ni nada.
Bueno... Entonces el zorro, se pone a jugar con la vejiga. La infla y como
había tantas moscas no halló mejor recurso que ponerse a pillar las mosquitas
con las manitas y las echaba adentro, pillaba otras mosquitas y las echaba
adentro. Y se formó un globo con unas moscas adentro que tenían un ruido tan
feo, como de trueno, como de trote. Y empieza a pensar:
Corta un cháguar, le saca una
hilacha, lo ata bien y le ata en la cola al tigre. Entonce corta una estaca y
lo hinca, y le grita:
Y claro, el tigre se despierta y
siente, la panza como estaba ... Siente este ruido infernal, y dice:
Y ya sabían usar las armas de fuego
en ese tiempo. Y dispara por medio di unos chaguarales, unos garabatales. Por
ahí va la poca suerte del tigre, se hinca la vejiga en una estaca y revienta. Y
cae redondo.
Qué sangre, si había guaniau y si
había orinau de miedo. Y queda chiquito, esperando que lo rematen. Y estaba áhi
hecho bolita, entregau ya, el tigre, a la muerte, imaginesé. Tenía terror por
las armas de fuego. Y está un rato y empieza a tocar.
-¡Um, lo que me ha hecho éste!
-dice. ¡Madre mía! Lo vuá matar. ¡Ah, pero éste no se me va a escapar! ¡Ah, sí!
Bueno... El tigre hace un juramento
que lo iba agarrar al sobrino de cualquier manera y matarlo. Y que lu iba a
degollar.
Mientras tanto, el zorro que nu era
nada tonto rumbea para la casa de la tía, de la mujer del tigre. Y... llega y
dice:
Y llega el tigre. Lleno de
tarascones lo que había disparau por los chaguares. Lleno de lastimaduras. Y lo
peor, sucio todo entero. Llega y le dice:
-¿Cómo?
-¡Ah!, ¡pero miralo! ¡Mirá, che! A
éste lo vuá matar. Mirá lo que le voy hacer a éste. Mirá lo que mi ha hecho.
¡Esto no tiene nombre!
-Y bueno. Él ha dicho que vos has
ordenau. Primero l'hi dicho que si acueste de este costau, después del otro
costau, y después del lau de los pies. Él no quería nada, él quería una sola
parte. Después ha dicho que iba a tocar la rodillita que vos has ordenau...
Bué... Como todos los zorros son
muy similares, todos iguales, el tigre salió a campiarlo al zorro. A todo zorro
que encontraba lo agarraba.
Y claro el pobre zorrito, hacía
fuerza hasta que podía... Él lo tenía agarrau. Y todos, todos guaniaban
algarrobita,
esas cosas. Porque cuando hay pobreza comen eso no más. Bueno... Volvía a hacer
la misma operación y seguía, el tipo. Encontraba otro:
Y en eso había andau toda la tarde.
Claro, quería ver cuál guaniaba carne, pa descubrir al sobrino. Y dice:
Ya 'taba cansau. Y ve, bajo una
jarilla,
un zorro que 'taba durmiendo, la panza llena. Se veía que había comíu mucho. Y
si arrima. Y claro. Y alcanzó a ver que había hecho del cuerpo el zorro y todo
era carne. Y dice:
Y no lo quería despertarlo de
golpe, él quería gozar, y destrozarlo. Corta un palillito y le empieza a hurgar
el hocico al zorro. Y el zorro, ¡uf!... ¡uf!... y decía: ¡Moscás!...
¡Moscás!... Le volvía hacer lo mismo y él decía lo mismo. Y el zorro se reía. Y
el tigre decía:
-¡Qué moscas!, y el tigre se agarra
así la panza para reírse, y se aprovecha el tipo, se da vuelta, y el otro erra
el manotazo. Y empieza a disparar, amigo. Lo sigue de cerquita. Se oía lo que
quebraba los montes y disparaba. Y ya lo iba agarrar. Y se encuentra una cueva
de vizcacha, el zorro, y se mete. Y el tigre le tira el zarpazo y lu alcanza a
agarrar de la cola. Y el zorro, comu no era tonto, le dice:
-¡Ah! -dice el tigre, me ha
embromau. Aquí vuá estar. No me voy a ir. Pa comerlo junto con una vizcacha. Lo
vuá comer.
-Vení para acá -le dice. Aquí
cuidame la puerta de esta cueva. Y no lo dejes salir a este trompeta, porque es
un bandido. Mirá lo que me ha hecho. Voy acá a las casas a buscar una pala. Voy
agrandar la boca de la cueva y áhi vamos aprovechar para sacarlo.
Bueno... Va el tigre hasta la casa
a buscar la pala y el zorro queda. Y se asoma y le dice al cuervo:
Y, así dicen -dice.
Por que no me canta alguito -dice.
Total a mí me van a matar. Si quiera alguna alabanza,
tan lindas qui hay. Total ya va a venir en seguida el tigre. Ya sabe que con él
nadie puede. Él es el dueño de todo, del monte. Unito, cualquier cosita
cantemeló -le dice.
Al fin el cuervo resuelve cantar.
Abre la boca para entrar a cantar y agarra un puñau de tierra y le echa en la
boca y los ojos. Y se manda a mudar.
En eso llega el tigre. Y el cuervo
se vuela. Y el tigre que nu es tonto se da cuenta lo que ha pasado y lo quiere
matar al cuervo, y le dice:
Y ha seguido el tigre
persiguiendoló al zorro. Y se le disparaba siempre, hasta que ha resuelto
hacerse el muerto.
Y si ha hecho el muerto. Y la tigra
ha llamado a todos los animales. Y lu han llamado al zorro, claro, como
sobrino.
Y llega el zorro al velorio. Y si
ha dau cuenta que el tigre estaba vivo. Y cuando lu han queríu hacer entrar
ande estaba el muerto sobre un catre dau vuelta, como usan en el campo, con las
velas, le dice a la tigra:
-No, mi hijo.
Aristóbulo Barrionuevo, 48 años.
Santiago del Estero, 1970.
El narrador es culto, educador que
enseñó en diversas regiones de la provincia. Tiene particular interés por la
narrativa popular.
Los narradores cultos, como en este
caso, cuando hacen hablar a sus personajes imitan la lengua rústica que ellos
hablan.
Cuento 118. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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