Un campesino como yo, se jue al
campo con los perros. En eso que 'staba, devisa el zorro. Le silba a los perros
y sacan corriendo al zorro. Como es tan dañino el zorro, los perros lo
persiguen a muerte.
El zorro es bicho muy vivo, muy
ardiloso.
Cuando oye el silbido dispara y comienza a hacer gambetas y gambetas, y se
escuende. Los perros pasan de largo y el zorro dispara pa otro lau. Ya el zorro
ha disparado leguas, y se para. En eso siente que silban y sale huyendo. Y ya
descansa más allá, se vuelve a parar, y vuelve a oyer que le silban. Y sale huyendo otra vez. Y así siguió todo el día. En eso se da
güelta y mira, y mira, y no había naide. ¿Qué había síu? Su traserito no más el
que silbaba. El trasero de Juan del Campo, porque así se llamaba el zorro.
Y que era del susto a los perros
que le silbaba al zorro la parte di atrás, y también di hambre, porque hacía
mucho que no comía nada.
Ya cuando si ha calmau, ha empezau
a ver cómo podía hacer pa comer algo, y ha pensau qui al lau del tigre podía
conseguir algo, y ha rumbiau pa los campos ande dicen que el tigre anda
eligiendo animales pa carniar.
Y ha ido y si ha juntau con el
tigre, y li ha comíu la comida, y ha dormíu con la tigra, y li ha hecho muchas
picardías, y todo eso son cuentos aparte que hay que contar.
Ambrosio del Carmen Soria, 71 años.
San Agustín. Valle Fértil. San Juan, 1947.
Lugareño que no ha salido de su
comarca. Rústico. Gran narrador.
Este cuento es como la introducción
al cuento de las aventuras del zorro y el tigre del mismo narrador.
Cuento 133. Fuente: Berta Elena Vidal de Battini
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